domingo, 24 de febrero de 2013

Mis candidatos 100% Para el Óscar 2013


Listo!!! Ya está cerrado el proceso de inscripción en nuestra “Quiniela del Óscar 2013”, así que daré mis candidatos 100%, es decir, esos que creo NO tienen chance de perder este año en la octogésima quinta entrega de los premios más importantes del mundo del cine.
Les propongo lo siguiente: el 25 de febrero, es decir mañana, un día después del Óscar, tómense la molestia de revisar esta lista y siéntanse libres de insultarme (si estaba equivocado) o de lanzarme algunas flores (en caso de que se cumplan mis predicciones).
En total, les daré 7 datos que NO PUEDEN PERDER. Al menos, desde mi arbitrario y muy personal punto de vista. He aquí mis predicciones y argumentos:
1.  Christoph Waltz no tiene manera de perder este año en la categoríaa de Mejor Actor Secundario, luego de su papel en “Django Unchained”. Sin duda, tiene muy buenos contrincantes: Alan Arkin, Robert De Niro, Phillip Seymour Hoffman y Tommy Lee Jones. Pero el personaje de este “caza recompenzas”, y su inmejorable interpretación, me obligan a decir que no veo cómo alguno de los demás pueda quitárselo.
2.  Anne Hathaway será, sin duda, la ganadora este año en la categoría de Mejor Actriz Secundaria.  Una actuación bárbara y, además, representado por una actriz muy querida en Hollywood. Su más cercana contrincante: Helen Hunt. Pero no le llega. Este año es, sin duda, de Anne Hathaway.
3.     Anna Karenina no tiene forma de perder su nominación como Mejor Vestuario. ¡Anótenlo! Como diría mi amigo Alí Khan: “de punta a punta y para toda Venezuela”.
4.    Amour será, sin duda, la Mejor Película Extranjera. Pienso que Kon-Tiki, la extraordinaria película noruega, tiene también todo para ganar este premio. Sin embargo, Amour será recordada, de acuerdo a este pronóstico terco que hoy he decidido compartir con ustedes, como la Mejor Película Extranjera del 2013.
5.     La Canción “Skyfall”, interpretada por Adele, será, indudablemente, la Mejor Canción de esta entrega del Óscar. Una pieza que se queda en la memoria, de la cual mucho se ha hablado, y que compite contra algunas canciones mucho menos memorables y contundentes.
6.     Anna Karenina se llevará el Mejor Diseño de Producción. Mi candidata 100%.
7.   Finalmente, les daré un batacazo. Joaquín Phoenix no pierde como Mejor Actor Principal más nunca en su vida. IMPOSIBLE! A pesar de que todo el mundo hable del niño consentido de la industria (Hugh Jackman) y otros den como ganador a Daniel Day Lewis en su papel de Lincoln, yo me alejo de la tradición y le apuesto todo a Joaquín Phoenix. En mi humilde opinión, Freddie Quell cumple el requisito más importante de todos: la máxima memorabilidad. En otras palabras, no hubo este año para mí ninguna actuación más memorable y espectacular que la de Joaquín Phoenix.
De resto, las categorías están muy reñidas, complejas, interesantes y sabrosas. La competencia está muy buena…
Como Mejor Película, me inclino por Lincoln porque creo que es una historia y una producción “Redonda”, con todos los ingredientes necesarios para ganar el Óscar. Se habla mucho de Argo. Pero yo me quedo con Lincoln. Como Mejor Actriz Principal, le apostaría a Jennifer Lawrence: grosera actuación, impecable. Dirección: Steven Spielberg, aunque Heneke se la pondrá difícil luego de haber mostrado una incomparable personalidad cinematográfica en la cinta “Amour”. Edición: Argo. Maquillaje y peinados: Los Miserables. Guión Adaptado: Silver Linings Playbook. Guión Original: Django.
De resto, prefiero callar porque, como dicen, “es mejor no hablar si lo que va a decirse no es más hermoso que el silencio”.
Faltan tan solo horas para saber los resultados.
Faltan tan sólo horas para la mejor noche del año!!!

jueves, 21 de febrero de 2013

Blancanieves - En sus 3 versiones


Este año son dos las películas nominadas al Óscar que están basadas en la historia de Blancanieves. Ambas, nominadas a Mejor Vestuario. Ambas, sin embargo, bastante distintas entre sí. Pero, además, este mismo año hay una tercera película basada en la misma historia, y que ha llamado mucho la atención por haber obtenido 10 premios Goya.
La primera de estas tres historias se llama “Snow White and The Huntsman”. Una película protagonizada por la famosísima Kristen Stewart (conocida por Twilight), que no sólo está nominada este año a Mejor Vestuario, sino también a Mejores Efectos Visuales. Una película bien hecha, con una excelente actuación de Charlize Therón como la reina mala, y con unos efectos visuales muy buenos.
La segunda, Mirror Mirror, es prácticamente una copia de la primera, pero dirigida a un público más infantil. Demasiado “Naif” para mi gusto. Una historia casi tonta. Una pérdida de tiempo, para decirlo de la forma más honesta posible. Lamenté ver a la hermosa Julia Roberts interpretando un papel tan poco profundo y de forma tan poco carismática. Una película, en resumen, imposible de recomendar.
La tercera, finalmente, una verdadera sensación en los Premios Goya, donde ganó casi todo: Mejor Película, Mejor Guión Original, Mejor Música Original, Mejor Canción Original, Mejor Interpretación Femenina Protagonista, Mejor Actriz Revelación, Mejor Dirección de Fotografía, Mejor Dirección Artística, Mejor Diseño de Vestuario y Mejor Maquillaje.
Todo esto, que se dice tan fácil, correspondería en los Premios Óscar a una película como Titanic, o El Señor de los Anillos, las cuales arrasaron en sus correspondientes años. Por ello, luego de haber visto las dos primeras versiones de Blancanieves, no me queda más que buscar esta tercera versión, ahora española, realizada en blanco y negro y que, además, es muda, para cerrar el ciclo de películas basadas en los libros de los hermanos Grimm.
La gran pregunta: ¿Por qué la moda de Blancanieves en el cine? La respuesta, muy sencilla: casualidad + ausencia de buenos guiones originales.
Es todo por ahora.
Faltan tan sólo tres días para la mejor noche del año. Este domingo, a esta misma hora, estaremos en plena ceremonia de la Octogésimaquinta entrega de los premios más importantes de la Industria del Cine de los Estados Unidos.

domingo, 17 de febrero de 2013

“Hitchcock” - Mucho más que un excelente maquillaje


Cuando supe que “Hitchcock” tenía tan solo una nominación al Óscar (y ésta en la categoría a Mejor Maquillaje), decidí dejarla para el final. De hecho, comencé a verla con cierto desprecio. Supuse que no sería gran cosa...
Sin embargo, luego de haberme deleitado durante dos horas con esta hermosa historia, puedo tan sólo decir que “Hitchcock” es mucho más que un excelente maquillaje. En las líneas que siguen trataré de esbozar mis argumentos.
La película (para entrar en contexto) cuenta un importante episodio en la vida de quien, para muchos, fue el mejor director de la historia del cine: Alfred Hitchcock. Se trata del proceso que vive este excéntrico cineasta al tomar la decisión de realizar “Psycho”, una historia de suspenso - terror que se mostraba como una apuesta demasiado arriesgada para la época, por la cual Hitchcock no sólo tuvo que hipotecar su casa; sino que, además, estuvo muy cerca de perder a la mujer de su vida.
Cuando comencé a ver esta historia, supuse que debía fijarme únicamente en el trabajo de maquillaje que la Academia nominó, el cual es sin duda una maravilla. Sin embargo, mi mayor sorpresa fue encontrar mucho más debajo del panqué y del polvo.
Lo más resaltante: dos extraordinarias actuaciones. Primero, la de Antony Hopkins en el papel de Alfred Hitchcock. Remarcable. Fabulosa. Imposible de olvidar. 100% nominable. Segundo, la de Helen Mirren en el papel de la esposa de Hitchcock. Perfecta. Impecable. Trascendente. Una interpretación que, honestamente, no entiendo cómo no fue nominada. Basta tan sólo con ver la escena en la que ella le responde a su esposo tras unas acusaciones que él le hace. Una escena de esas que quedan en la memoria.
Por otra parte, la producción de este film se da el lujo de contar con otras grandes figuras como Scarlet Johansson, Tony Collette y Jessica Biel. Pero, además, es una película con un guión a la medida, con parlamentos divertidos, profundos, precisos y potentes, con una dirección estupenda y con una magia de esas que soñamos con encontrar en el cine cada vez que comenzamos a leer los créditos iniciales de una película.
Finalmente, quisiera cerrar con una breve reflexión. Muchas veces las premiaciones no son justas. Esa es la más pura verdad y debemos aceptarla. No siempre se nomina a quien tiene más méritos y, en otras ocasiones, simplemente, no gana el mejor. Lo importante, a fin de cuentas, es comprender que el hecho de ser nominado o ganar el Óscar no es, necesariamente, lo más trascendente, ni lo más substancial. Tal fue el caso de Alfred Hitchcock en los años 60 quien, a pesar de que para muchos fue el mejor director de la historia del cine, jamás ganó un premio Óscar.
“Hitchcock”, sin embargo, es una extraordinaria película que narra una parte importante de su vida y que, desde mi más humilde y honesto punto de vista, representa y merece mucho más que una nominación a Mejor Maquillaje…

jueves, 14 de febrero de 2013

“Lincoln” - Mi gran candidata.


Vi “Lincoln” hace aproximadamente una semana, pero no quise escribir sobre ella hasta no ver todas las nominadas a Mejor Película para este 2013.
Hoy, mientras escucho las enardecidas protestas de unos veinte estudiantes que decidieron encadenarse justo frente a mi oficina (a media cuadra de la Embajada de Cuba) me siento frente a mi computadora y escribo mi inútil veredicto: “Lincoln” será reconocida, desde mi ingenuo punto de vista, como la Mejor Película del año.
No se trata de que me haya encantado. Me gustó. ¡Claro que me gustó! Y mucho… Pero más allá de antojos estéticos o emotivos, pienso que “Lincoln” cuenta con todos los requisitos para llevarse la última y más importante estatuilla de la noche.
Les propongo algo. Hagamos un simple ejercicio de descarte basado en mi arbitrario, ignorante, retrógrado y muy personal punto de vista.
La Academia nominó 9 películas, de las cuales comenzaré descartando a “Amour”, una producción extranjera que, a pesar de ser una obra de arte, una pieza única, muy profunda y con una personalidad cinematográfica remarcable, no será JAMÁS la primera película extranjera en ganar en la categoría de Mejor Película del año. Habría que ser muy ingenuo para imaginarlo. Nos quedan 8.
Descartemos ahora a “Beasts of the Southern Wild”. Una historia sórdida, triste, muy oscura para mi gusto, con un tema interesante, pero sin el alma, ni la fuerza suficientes como para llevarse el premio mayor. Nos quedan 7.
Saquemos de la lista a “Zero Dark Thirty”. ¿Por qué? Pues básicamente porque pienso que se trata de una película cuyo mayor atractivo es el enigma o el “morbo” que genera en nosotros de ver y atrapar al mayor terrorista de todos los tiempos. De resto, una actuación sobrevalorada para mi gusto y una historia más documental que cinematográfica. Lo único que realmente me preocupa de esta producción es que fue escrita y dirigida por los mismos que en el 2008 ganaron Mejor Película del año con “The Hurt Locker” (llevándose injustamente por el medio a “Avatar”). Por eso me atrevo a descartarla de una vez: un error de ese tamaño no se comete dos veces. Nos quedan 6.
Con todo el dolor de mi alma, saquemos ahora a la película que más disfruté este año: “Silver Linings Playbook”. Una joya que, lamentablemente, a pesar de tener dos grandes actuaciones, un guión fabuloso, una musicalización increíble y un millón de sutilezas de esas que agradecemos quienes amamos el cine, pareciera que no cuenta con ese “No sé qué” que la Academia requiere para completar después de la frase “and the Oscar goes to…”. Nos quedan 5.
Descartemos ahora a “Argo”. Una muy buena cinta, que toca de forma acertada un tema político, diplomático e histórico complejo, pero que en mi desautorizada opinión no merece la estatuilla. Así de simple. Nos quedan 4.
En este punto, y como consecuencia de la obligatoria naturaleza del descarte, no me queda más que sacar de mi lista a “Django Unchained”. ¡Lo siento, Tarantino! Aún cuando disfruté sobremanera de esta película “fuera de lote”, creo que la Academia no la premiará. No creo que esté preparada para hacerlo. Nos quedan 3. Mis 3 finalistas.
Cualquiera de estas 3 películas podría ganar, pero reglas son reglas, así que aquí comparto con ustedes mi orden final en este comprometedor proceso de descarte. Saquemos ahora a “Life of Pi”.
“Life of Pi” fue, junto con “Silver Linings Playbook”, la película que más me gustó en esta competencia que regula la Academia. Si en mis manos estuviera el voto, se lo daría a ella. Sería mi gran ganadora. Pero como sólo tengo voz y no voto, y como mi única intención es tratar de adelantarme un poco a lo que sucederá el 24 de febrero, se me hace indefectible descartarla. Ojalá me equivoque…
Quedan 2: “Los Miserables” y “Lincoln.”
En este punto final, pienso que las dos tienen las mismas posibilidades. Dos grandes producciones con méritos, aciertos, memorabilidad, alma, historia, arte y gloria. Sin embargo, para cerrar este doloroso proceso de descarte, me atrevería a sacar a “Los Miserables” y, así, dejar como la gran ganadora de la noche a “Lincoln”.
“Lincoln”, en mi opinión, es una gema que todo lo tiene para ser reconocida como “La Mejor”. Digámoslo de forma clara y contundente, sin pelos en la lengua. “Lincoln” es una película fotografiada por Janus Kaminski, tal vez el mejor Director de Fotografía de todos los tiempos. Pero es, además, una producción dirigida por Steven Spielberg, quizás el Director más importante de la industria. Una película protagonizada por los dos veces ganadores del Óscar (Daniel Day Lewis y Sally Field), sin contar con la brillante actuación del ya inmortal Tommy Lee Jones. Una cinta que, como si todo lo anterior fuese poco, cuenta con la música del más grande: John Williams. Pero, lo más importante de todo, una película que llega, una película que toca y una película que se queda. Así de grande…
Esta fue, en resumen, mi más riesgosa predicción y, a fin de cuentas, mi opinión acerca de “Lincoln”, mi gran candidata para el Óscar. Dentro de 10 días exactos, después de la media noche, sabremos cuán equivocado (o acertado) estaba.
Por ahora, seguiré pendiente de ver qué sucede con estos estudiantes encadenados a la puerta de nuestra oficina que han decidido hoy, 14 de febrero del 2013, día de los enamorados, posponer la celebración del amor propio para celebrar el amor por su patria.
Pronto sabremos el final de estas dos historias…
¡Nos vemos mañana o, tal vez, el próximo 24 de febrero en la noche!

miércoles, 13 de febrero de 2013

Los Miserables


Sin duda alguna, esta nueva versión de “Los Miserables”, dirigida por Tom Hooper, es una gran pieza cinematográfica y musical. Y lo dice alguien que nunca ha sido amante de los musicales. Muy por el contrario: me aburren y me dan ganas de dormir.
Sin embargo, debo confesar que en esta ocasión sentí un profundo y honesto placer al ver una historia que contiene ingredientes contundentes y poderosos para esta entrega 85 de los premios Óscar.
El más evidente, desde mi humilde punto de vista: el Diseño de Producción. Para quienes no están familiarizados con el término de P.D. (Production Designer), les cuento que se trata de la persona encargada o responsable del “look” o la apariencia estética general de una pieza audiovisual.
De la mano del Director y del Director de Fotografía, el P.D. se encarga de guiar al equipo de vestuario, maquillaje, estilismo, efectos especiales, locaciones y demás para crear o generar una apariencia estética unificada y coherente en la historia. Esto, que se dice tan fácil, lo logra de manera indiscutible Dan Hennah, el P.D. de “Les Miserables”.
Este año, sin embargo, pienso que la competencia en esta categoría estará bastante reñida ya que las otras cuatro películas nominadas cuentan con Diseños de Producción sencillamente extraordinarios: Anna Karenina (Fantástico, verdaderamente remarcable), The Hobbit (Imponente), Lincoln (Preciso) y Life of Pi (Hermoso). Entre los tres primeros, de acuerdo a mi opinión, estará el ganador.
El segundo gran ingrediente de “Los Miserables”, a mi juicio, es el encuentro de dos grandes y memorables actuaciones: la de Hugh Jackman, (en el papel de Jean Valjean) y la de Anne Hathaway (como Fantine). El primero (Hugh Jackman), la tendrá complicada este año porque pienso que el premio ya pertenece a Joaquin Phoenix en su impresionante papel de un jorobado y esquizofrénico vagabundo llamado Freddie Quell (en “Masters”). Sin embargo, Hugh Jackman es un verdadero consentido de Hollywood, lo cual podría colocar la balanza a su favor.
Anna Hathaway, por su parte, pienso que ya tiene el Óscar en sus manos, no sólo porque su participación en “Los Miserables” es fabulosa; sino, además, porque tres de sus contrincantes (Amy Adams, Sally Field y Jacki Weaver) muestran, desde mi perspectiva, méritos insuficientes para estar allí. Tres papeles, sencillamente, poco notorios. La última del grupo, Helen Hunt, aunque podría ser su más cercana contendora luego de ese emotivo y honesto papel como “ayudante sexual” en “The Sessions”, creo que no le llega este año a la niña sorpresa del cine estadounidense. En este sentido, no tengo duda de que “Los Miserables” se llevará el Óscar a Mejor Actriz de Reparto.
Finalmente, hablar de “Los Miserables” es hablar del impecable trabajo musical que nos lleva a la compleja Francia del siglo XIX para sumergirnos en su más cruda realidad. Bárbaro. Contagioso. Emotivo. Memorable. Perfecto. Un trabajo musical nominado a Mejor Canción (Suddenly) y a Mejor Mezcla de Sonido. Para la primera categoría, se habla mucho de Adele (por su canción Skyfall). Para la segunda, sin embargo, “Los Miserables” será un fuerte candidato.

domingo, 3 de febrero de 2013

"Beasts of the Southern Wild" - Una historia triste que, muy pronto, habré olvidado.


Seré breve esta vez.
Y lo haré, básicamente, porque no quiero extenderme acerca de esta historia triste y oscura que ahonda en la pobreza y que, para ser sincero, no aportó mucho a mi vida. Un par de excelentes actuaciones. Un contexto de pobreza extrema que nunca dejará de asombrar. Una metáfora interesante entre unas bestias y una sociedad. Y un brillante trabajo de edición y montaje. Hasta ahí…
No se trata de que la considere una mala película. Para nada. Muy lejos de ello, creo que “Beasts of the Southern Wild” es una excelente pieza audiovisual, con muchos aciertos y aportes estéticos y conceptuales. Pero es una historia que pega muy duro y que, sencillamente, no dejó en mí más que desilusión y abatimiento.
Para ser honesto, me cuesta mucho explicar (inclusive a mí mismo) el por qué de este rechazo natural hacia “Bestias del Sur Salvaje”, como fue traducida esta cinta al español. Sin embargo, haré mi mejor esfuerzo para transmitir la razón principal por la cual esta producción me dejó allí, estancado, con un sabor amargo en la piel.
Mi respuesta comienza con una indefectible pregunta:
¿Para qué demonios vamos al cine?
En lo personal, si tuviera que responder a esa pregunta, diría que lo hago para disfrutar historias únicas. Y allí está, precisamente, mi punto de tranca con esta película: nunca llegué a disfrutarla. Por el contrario, la padecí. Más bien sufrí con esta historia de ausencias, de insalubridad, de sociedades marginadas, de subdesarrollo, de peligros, de desolación, de hambruna, de limitaciones y, al final, de “aprendizajes” forzados y ásperos.
Algo parecido me sucedió con “La Pasión de Cristo”, una película que sufrí de principio a fin y que, sencillamente, no volvería a ver más nunca en mi vida porque no cumple con el objetivo principal de ir al cine que, en mi caso, repito, es disfrutar historias únicas.
Sin embargo, sería una tontería de mi parte obviar los grandes aciertos de esta producción cinematográfica nominada en cuatro categorías a los premios de La Academia: Mejor Película, Mejor Actriz Principal (Quvenzhané Wallis), Mejor Director (Benh Zeitlin) y Mejor Guión Adaptado.
Lo primero: dos excelentes actuaciones. La de un hombre terco, trastornado y de temperamento agresivo (Dwight Henry) y la de su hija (Hushpuppy), una niña de seis años de edad, que no entiende muy bien el por qué su madre los abandonó y por qué vive una vida de pobreza extrema en los márgenes externos de un gran dique. Esta niña (quien en la vida real aún no cumple los 10 años de edad), se da el lujo de estar nominada a Mejor Actriz Principal en esta entrega 85 de los Óscar.
Lo segundo: un ambiente de pobreza extrema que sorprende y que llama la atención. Casi toda la historia está recreada en un pequeño poblado rural, a las afueras de una ciudad, en la cual se construyó un gran dique con el fin de combatir las inundaciones producto de las tormentas y del deshielo polar. En este extraño y precario lugar, que no cuenta con las condiciones mínimas para vivir, se desarrolla la película. Y para nosotros se hace sumamente interesante observar una realidad que en muchos lugares del mundo, increíblemente, representa una muy dura realidad.
Lo tercero: una gran metáfora que hace el director entre esta sociedad que vive como “bestias”, y unas bestias enormes, congeladas desde la prehistoria, simbólicas, y repletas de significados, que amenazan durante toda la trama y, al final, aparecen frente a la pequeña Hushpuppy para rendirse a sus pies. Podríamos pasar horas analizando este elemento que, considero, es el mayor acierto de toda la historia. En resumen, una hermosa analogía entre el pasado que fuimos y el futuro que podemos llegar a ser.
Por último: una edición fabulosa, la cual considero será el único premio que se lleve esta cinta. Una película que, como dije al inicio, me dejó un muy amargo sabor a desilusión y abatimiento.
En resumen, y para cerrar estas líneas, “Beasts of the Southern Wild” resultó, para mí, una historia triste (aunque con grandes aciertos cinematográficos), que muy pronto habré olvidado.

sábado, 2 de febrero de 2013

"Django Desencadenado" - Tarantino en su más depurada y obscena expresión


“Django Desencadenado” es, para decirlo de forma simple y concreta, Tarantino en su más depurada y obscena expresión. Cínica. Desenfadada. Escandalosa. Desinhibida. Genial. Es, en resumen, una historia repleta de personalidad cinematográfica en la que su director hace, sencillamente, lo que le da la gana.
Esta, sin duda, es la mejor forma que encuentro para resumir lo que significó para mí esta gran película vanguardista, con clara esencia de Comic, que nos traslada a 1858, un poco antes de la Guerra Civil de los Estados Unidos, para contarnos la historia de Django, un personaje único y profundamente complejo.
Como he escrito en otras oportunidades, pienso que el buen cine, ese que se queda en la memoria y en el alma de la gente, es aquel que se desborda de personalidad, que cuenta historias extrañas, fascinantes, diferentes y, sobre todo, que nos presenta ficciones memorables. Todo esto, sin duda, podemos vivirlo y sentirlo en “Django Desencadenado”.
Estamos hablando de lo que yo llamaría una película “redonda”. Una producción que cuenta con un elenco de lujo (Jamie Foxx, Leonardo Di Caprio, Christoph Waltz y Samuel L. Jackson), con excelentes interpretaciones, con un guión muy original, con una fotografía de gran nivel, con una musicalización de esas que marcan la diferencia y, además, con una colorida personalidad cinematográfica: la de Quentin Tarantino.
Así, “Django Desencadenado” obtuvo cinco nominaciones para la octogésima quinta entrega de los premios Óscar: Mejor Película, Mejor Actuación de Reparto (Christoph Waltz), Mejor Guión Original, Mejor Edición de Sonido y Mejor Fotografía.
De estas cinco nominaciones, pienso que la más vulnerable es la de Mejor Fotografía, no porque no haya logrado un trabajo impecable fotográficamente hablando, sino porque “Life of Pi” y “Lincoln” la superan de forma evidente. Esto sin contar con Anna Karenina y Skyfall, las cuales aún no he visto.
De resto, esta historia se dará el lujo de contar, para este próximo 24 de febrero, con cuatro grandes posibilidades de obtener los premios más importantes del mundo del cine.
En principio, Christoph Waltz  podría perfectamente llevarse el Óscar a Mejor Actor de Reparto luego de regalarnos una brillante interpretación de este “cazarecompensas” que se cruza en el camino de un esclavo llamado “Django” a quien decide dar la oportunidad, no sólo de ser libre; sino, además, de recuperar al amor de su vida.
Christoph Waltz, sin embargo, no la tendrá nada fácil, pues compite en lo que, a mi parecer, será una de las categorías más reñidas de este año. Sus rivales (nada más y nada menos): Alan Arkin, Robert De Niro, Philip Seymour Hoffman y Tommy Lee Jones.
Por otro lado, “Django Desencadenado” podría ganarse el Mejor Guión Original, con esta historia sorprendente, aunque tendrá que medirse con guiones impecables como, por ejemplo, el de la obra maestra austríaca “Amour”.
También podría llevarse el Óscar a Mejor Edición de Sonido, sobre lo cual debo destacar el recurso magistral que utiliza Tarantino al cortar (o interrumpir) las canciones de forma inesperada, en momentos no tradicionales, dejándonos en tensión cuando menos lo imaginamos).
Igualmente, sobresale el efecto de sonido de la sangre en las escenas finales. Uno siente que la sangre, aunque parezca imposible, suena diferente al agua, o al café. Hasta eso logra Tarantino quien, además, llega a musicalizar la cinta con un Rap, burlándose de todos nosotros, como diciéndonos: “No importa que estén viendo una historia del siglo XIX, yo quiero poner un rap, que es la música que me conecta con la raza negra, y listo”. De nuevo, Tarantino hace lo que le da la gana. Y, lo peor del caso: lo hace fabulosamente bien.
Finalmente, la historia de este “hombre desencadenado” tiene todos los elementos para llevarse el premio a Mejor Película del año, aunque la verdad no creo que suceda. Y no es que no lo crea porque no lo merezca, sino porque al menos dos de sus contrincantes se perfilan de forma contundente para llevarse ese Óscar.
Algo que me sorprendió sobremanera, luego de haber visto esta gran producción, es que Tarantino no haya entrado en el grupo de los cinco “mejores” directores del 2012. Están Spielberg, Haneke, Zeitlin, Lee y Russel. Pero Tarantino no está. Pienso que este año La Academia, de forma inmerecida, se lo saltó.
En “Django Desencadenado” resaltan todo tipo de pinceladas Tarantianas. Mencionaré tan sólo cinco de ellas, para defender mi respaldo a este director loco que ha parido el cine. Huellas digitales de su autoría que imprimen un sello indiscutible y comprueban su paso por el set.
1. Los “zoom in” y “zoom back”, por ejemplo, (provenientes del Comic) que le dan carácter y personalidad a la pieza.
2. La tipografía roja y gruesa, repleta de informalidad, que utiliza desde los créditos iniciales, pasando por los anuncios a mitad de película y hasta llegar a los créditos finales.
3. Los personajes. Diferentes. Caricaturescos. Hiperbólicos. Rayando siempre en lo inverosímil, pero dándose el lujo de no llegar a serlos del todo, jamás.
4. Las escenas sangrientas (a pesar de que ya todos estamos prevenidos y esperándolas, porque sabemos bien quién es Quentin Tarantino). El rojo intenso nos hace recordar a Pulp Fiction, y a Kill Bill. Llegamos al punto de “deleitarnos” en un plano detalle donde unas flores impecablemente blancas se manchan de sangre luego de un disparo certero.
5. El tratamiento psicológico que desarrolla Tarantino con sus personajes, quienes “cumplen” un papel dentro del papel mismo que están cumpliendo como actores en la historia.
Tarantino, en este sentido, plantea una suerte de Metaficción, o Metateoría, parecida a la que alguna vez nos regaló Leonardo DiCaprio en “Catch me if you can” donde, a medida que transcurría la película, él iba cambiando su papel dentro del papel que cumplía de ser actor de una película. Un círculo infinito. Una “Banda de Moebius”.
Este, sin lugar a dudas, es otro gran acierto de Tarantino en “Django Desencadenado”, donde se da un juego más allá del juego (o metajuego) entre el histrionismo de los personajes y el histrionismo de los actores.
Django era Django (un esclavo declarado libre), pero también era un esclavista jugando al papel de indolente para fingir frente a los blancos y así pasar “desapercibido”. De hecho, su compañero le dice “Creo que te has metido demasiado en tu personaje”, lo cual habla de una metateoría evidente y casi maquiavélica.
Es tanto lo que Django se involucra con su personaje que, aún pudiéndolo evitar, permite que cinco perros devoren a un negro esclavo que bien pudo haber sido él. Igualmente sucede con el “cazarecompensas” quien, a pesar de ser un insensible mercenario, juega al papel de querer comprar un luchador sólo para rescatar a una mujer negra.
En palabras llanas, y siendo muy honesto con lo que pienso, Tarantino es un sádico del cine que logra lo que muy pocos han logrado: ir siempre un poco más allá de nosotros. Pero, además, y por encima de todas las cosas, Tarantino logra desligar la vida del arte y el arte de la vida.
Esto me hace recordar a tres grandes escritores que expresaron en la literatura lo que Tarantino lleva a la gran pantalla: el desligar la vida del arte y el arte de la vida. Todorov dijo alguna vez: “La mierda escrita no hiede”. Porque nunca será lo mismo lo que vemos en nuestra realidad que aquello que imaginamos en la realidad del arte.
Por su parte, Óscar Wilde, escribió alguna vez: “Los textos no son morales, ni inmorales. Están bien o mal escritos”. Porque de eso se trata el arte: de formas… formas que pueden o no ser hermosas, y esa hermosura es medible por ser humanos imperfectos y cambiantes.
Finalmente, el Marqués de Sade lo demostró en toda su literatura erótica, rechazando que lo culparan de inmoral por aquello que sólo era tinta en un papel. Estuvo preso por recrear historias diferentes, inéditas, escandalosas, pero que sólo pertenecían al espacio del arte…
En lo particular, considero que esta película es una joya moderna. La recomiendo ampliamente. Quentin Tarantino juega con nosotros durante dos horas y cuarenta minutos, para dejarnos al final con una extraña sensación de satisfacción y placer.
Tanto es así que, antes de despedirnos, él mismo se viste de personaje e interpreta un papel en la historia. Pero, ¿qué hace Tarantino ahí, actuando en su propia película? Muy sencillo. Además de llevar a los esclavos en su carruaje, él lleva la historia en sus manos y con ella, en pocas palabras, nos lleva a nosotros también, por los caminos que mejor le parece, haciendo literalmente lo que le da la gana con nosotros.
Ahora bien, antes de cerrar estas líneas, se me antoja una última pregunta: ¿Qué demonios representa Django? ¿Qué nos trata de mostrar este Tarantino todopoderoso al presentarnos la vida de este negro en tiempos de esclavitud, que un buen día recibe la libertad y, con ella, el ímpetu y la valentía para cambiar la historia de los hombres? ¿El poder “negro” en un mundo cambiante? ¿La reivindicación de una raza menospreciada y vulnerada por siglos? ¿La libertad? ¿La emancipación?
No lo creo. La verdad, intuyo que se trata de algo mucho más sencillo y mundano. Tal vez, simplemente, Tarantino sólo quiso jugar con nosotros un rato y, así, la película no es más que una expresión lúdica de un genio, muchas veces incomprendido, del cine norteamericano. Tal vez esta película no se trate sino, tan sólo, de un Tarantino en su más depurada y obscena expresión.