domingo, 24 de febrero de 2013

Mis candidatos 100% Para el Óscar 2013


Listo!!! Ya está cerrado el proceso de inscripción en nuestra “Quiniela del Óscar 2013”, así que daré mis candidatos 100%, es decir, esos que creo NO tienen chance de perder este año en la octogésima quinta entrega de los premios más importantes del mundo del cine.
Les propongo lo siguiente: el 25 de febrero, es decir mañana, un día después del Óscar, tómense la molestia de revisar esta lista y siéntanse libres de insultarme (si estaba equivocado) o de lanzarme algunas flores (en caso de que se cumplan mis predicciones).
En total, les daré 7 datos que NO PUEDEN PERDER. Al menos, desde mi arbitrario y muy personal punto de vista. He aquí mis predicciones y argumentos:
1.  Christoph Waltz no tiene manera de perder este año en la categoríaa de Mejor Actor Secundario, luego de su papel en “Django Unchained”. Sin duda, tiene muy buenos contrincantes: Alan Arkin, Robert De Niro, Phillip Seymour Hoffman y Tommy Lee Jones. Pero el personaje de este “caza recompenzas”, y su inmejorable interpretación, me obligan a decir que no veo cómo alguno de los demás pueda quitárselo.
2.  Anne Hathaway será, sin duda, la ganadora este año en la categoría de Mejor Actriz Secundaria.  Una actuación bárbara y, además, representado por una actriz muy querida en Hollywood. Su más cercana contrincante: Helen Hunt. Pero no le llega. Este año es, sin duda, de Anne Hathaway.
3.     Anna Karenina no tiene forma de perder su nominación como Mejor Vestuario. ¡Anótenlo! Como diría mi amigo Alí Khan: “de punta a punta y para toda Venezuela”.
4.    Amour será, sin duda, la Mejor Película Extranjera. Pienso que Kon-Tiki, la extraordinaria película noruega, tiene también todo para ganar este premio. Sin embargo, Amour será recordada, de acuerdo a este pronóstico terco que hoy he decidido compartir con ustedes, como la Mejor Película Extranjera del 2013.
5.     La Canción “Skyfall”, interpretada por Adele, será, indudablemente, la Mejor Canción de esta entrega del Óscar. Una pieza que se queda en la memoria, de la cual mucho se ha hablado, y que compite contra algunas canciones mucho menos memorables y contundentes.
6.     Anna Karenina se llevará el Mejor Diseño de Producción. Mi candidata 100%.
7.   Finalmente, les daré un batacazo. Joaquín Phoenix no pierde como Mejor Actor Principal más nunca en su vida. IMPOSIBLE! A pesar de que todo el mundo hable del niño consentido de la industria (Hugh Jackman) y otros den como ganador a Daniel Day Lewis en su papel de Lincoln, yo me alejo de la tradición y le apuesto todo a Joaquín Phoenix. En mi humilde opinión, Freddie Quell cumple el requisito más importante de todos: la máxima memorabilidad. En otras palabras, no hubo este año para mí ninguna actuación más memorable y espectacular que la de Joaquín Phoenix.
De resto, las categorías están muy reñidas, complejas, interesantes y sabrosas. La competencia está muy buena…
Como Mejor Película, me inclino por Lincoln porque creo que es una historia y una producción “Redonda”, con todos los ingredientes necesarios para ganar el Óscar. Se habla mucho de Argo. Pero yo me quedo con Lincoln. Como Mejor Actriz Principal, le apostaría a Jennifer Lawrence: grosera actuación, impecable. Dirección: Steven Spielberg, aunque Heneke se la pondrá difícil luego de haber mostrado una incomparable personalidad cinematográfica en la cinta “Amour”. Edición: Argo. Maquillaje y peinados: Los Miserables. Guión Adaptado: Silver Linings Playbook. Guión Original: Django.
De resto, prefiero callar porque, como dicen, “es mejor no hablar si lo que va a decirse no es más hermoso que el silencio”.
Faltan tan solo horas para saber los resultados.
Faltan tan sólo horas para la mejor noche del año!!!

jueves, 21 de febrero de 2013

Blancanieves - En sus 3 versiones


Este año son dos las películas nominadas al Óscar que están basadas en la historia de Blancanieves. Ambas, nominadas a Mejor Vestuario. Ambas, sin embargo, bastante distintas entre sí. Pero, además, este mismo año hay una tercera película basada en la misma historia, y que ha llamado mucho la atención por haber obtenido 10 premios Goya.
La primera de estas tres historias se llama “Snow White and The Huntsman”. Una película protagonizada por la famosísima Kristen Stewart (conocida por Twilight), que no sólo está nominada este año a Mejor Vestuario, sino también a Mejores Efectos Visuales. Una película bien hecha, con una excelente actuación de Charlize Therón como la reina mala, y con unos efectos visuales muy buenos.
La segunda, Mirror Mirror, es prácticamente una copia de la primera, pero dirigida a un público más infantil. Demasiado “Naif” para mi gusto. Una historia casi tonta. Una pérdida de tiempo, para decirlo de la forma más honesta posible. Lamenté ver a la hermosa Julia Roberts interpretando un papel tan poco profundo y de forma tan poco carismática. Una película, en resumen, imposible de recomendar.
La tercera, finalmente, una verdadera sensación en los Premios Goya, donde ganó casi todo: Mejor Película, Mejor Guión Original, Mejor Música Original, Mejor Canción Original, Mejor Interpretación Femenina Protagonista, Mejor Actriz Revelación, Mejor Dirección de Fotografía, Mejor Dirección Artística, Mejor Diseño de Vestuario y Mejor Maquillaje.
Todo esto, que se dice tan fácil, correspondería en los Premios Óscar a una película como Titanic, o El Señor de los Anillos, las cuales arrasaron en sus correspondientes años. Por ello, luego de haber visto las dos primeras versiones de Blancanieves, no me queda más que buscar esta tercera versión, ahora española, realizada en blanco y negro y que, además, es muda, para cerrar el ciclo de películas basadas en los libros de los hermanos Grimm.
La gran pregunta: ¿Por qué la moda de Blancanieves en el cine? La respuesta, muy sencilla: casualidad + ausencia de buenos guiones originales.
Es todo por ahora.
Faltan tan sólo tres días para la mejor noche del año. Este domingo, a esta misma hora, estaremos en plena ceremonia de la Octogésimaquinta entrega de los premios más importantes de la Industria del Cine de los Estados Unidos.

domingo, 17 de febrero de 2013

“Hitchcock” - Mucho más que un excelente maquillaje


Cuando supe que “Hitchcock” tenía tan solo una nominación al Óscar (y ésta en la categoría a Mejor Maquillaje), decidí dejarla para el final. De hecho, comencé a verla con cierto desprecio. Supuse que no sería gran cosa...
Sin embargo, luego de haberme deleitado durante dos horas con esta hermosa historia, puedo tan sólo decir que “Hitchcock” es mucho más que un excelente maquillaje. En las líneas que siguen trataré de esbozar mis argumentos.
La película (para entrar en contexto) cuenta un importante episodio en la vida de quien, para muchos, fue el mejor director de la historia del cine: Alfred Hitchcock. Se trata del proceso que vive este excéntrico cineasta al tomar la decisión de realizar “Psycho”, una historia de suspenso - terror que se mostraba como una apuesta demasiado arriesgada para la época, por la cual Hitchcock no sólo tuvo que hipotecar su casa; sino que, además, estuvo muy cerca de perder a la mujer de su vida.
Cuando comencé a ver esta historia, supuse que debía fijarme únicamente en el trabajo de maquillaje que la Academia nominó, el cual es sin duda una maravilla. Sin embargo, mi mayor sorpresa fue encontrar mucho más debajo del panqué y del polvo.
Lo más resaltante: dos extraordinarias actuaciones. Primero, la de Antony Hopkins en el papel de Alfred Hitchcock. Remarcable. Fabulosa. Imposible de olvidar. 100% nominable. Segundo, la de Helen Mirren en el papel de la esposa de Hitchcock. Perfecta. Impecable. Trascendente. Una interpretación que, honestamente, no entiendo cómo no fue nominada. Basta tan sólo con ver la escena en la que ella le responde a su esposo tras unas acusaciones que él le hace. Una escena de esas que quedan en la memoria.
Por otra parte, la producción de este film se da el lujo de contar con otras grandes figuras como Scarlet Johansson, Tony Collette y Jessica Biel. Pero, además, es una película con un guión a la medida, con parlamentos divertidos, profundos, precisos y potentes, con una dirección estupenda y con una magia de esas que soñamos con encontrar en el cine cada vez que comenzamos a leer los créditos iniciales de una película.
Finalmente, quisiera cerrar con una breve reflexión. Muchas veces las premiaciones no son justas. Esa es la más pura verdad y debemos aceptarla. No siempre se nomina a quien tiene más méritos y, en otras ocasiones, simplemente, no gana el mejor. Lo importante, a fin de cuentas, es comprender que el hecho de ser nominado o ganar el Óscar no es, necesariamente, lo más trascendente, ni lo más substancial. Tal fue el caso de Alfred Hitchcock en los años 60 quien, a pesar de que para muchos fue el mejor director de la historia del cine, jamás ganó un premio Óscar.
“Hitchcock”, sin embargo, es una extraordinaria película que narra una parte importante de su vida y que, desde mi más humilde y honesto punto de vista, representa y merece mucho más que una nominación a Mejor Maquillaje…

jueves, 14 de febrero de 2013

“Lincoln” - Mi gran candidata.


Vi “Lincoln” hace aproximadamente una semana, pero no quise escribir sobre ella hasta no ver todas las nominadas a Mejor Película para este 2013.
Hoy, mientras escucho las enardecidas protestas de unos veinte estudiantes que decidieron encadenarse justo frente a mi oficina (a media cuadra de la Embajada de Cuba) me siento frente a mi computadora y escribo mi inútil veredicto: “Lincoln” será reconocida, desde mi ingenuo punto de vista, como la Mejor Película del año.
No se trata de que me haya encantado. Me gustó. ¡Claro que me gustó! Y mucho… Pero más allá de antojos estéticos o emotivos, pienso que “Lincoln” cuenta con todos los requisitos para llevarse la última y más importante estatuilla de la noche.
Les propongo algo. Hagamos un simple ejercicio de descarte basado en mi arbitrario, ignorante, retrógrado y muy personal punto de vista.
La Academia nominó 9 películas, de las cuales comenzaré descartando a “Amour”, una producción extranjera que, a pesar de ser una obra de arte, una pieza única, muy profunda y con una personalidad cinematográfica remarcable, no será JAMÁS la primera película extranjera en ganar en la categoría de Mejor Película del año. Habría que ser muy ingenuo para imaginarlo. Nos quedan 8.
Descartemos ahora a “Beasts of the Southern Wild”. Una historia sórdida, triste, muy oscura para mi gusto, con un tema interesante, pero sin el alma, ni la fuerza suficientes como para llevarse el premio mayor. Nos quedan 7.
Saquemos de la lista a “Zero Dark Thirty”. ¿Por qué? Pues básicamente porque pienso que se trata de una película cuyo mayor atractivo es el enigma o el “morbo” que genera en nosotros de ver y atrapar al mayor terrorista de todos los tiempos. De resto, una actuación sobrevalorada para mi gusto y una historia más documental que cinematográfica. Lo único que realmente me preocupa de esta producción es que fue escrita y dirigida por los mismos que en el 2008 ganaron Mejor Película del año con “The Hurt Locker” (llevándose injustamente por el medio a “Avatar”). Por eso me atrevo a descartarla de una vez: un error de ese tamaño no se comete dos veces. Nos quedan 6.
Con todo el dolor de mi alma, saquemos ahora a la película que más disfruté este año: “Silver Linings Playbook”. Una joya que, lamentablemente, a pesar de tener dos grandes actuaciones, un guión fabuloso, una musicalización increíble y un millón de sutilezas de esas que agradecemos quienes amamos el cine, pareciera que no cuenta con ese “No sé qué” que la Academia requiere para completar después de la frase “and the Oscar goes to…”. Nos quedan 5.
Descartemos ahora a “Argo”. Una muy buena cinta, que toca de forma acertada un tema político, diplomático e histórico complejo, pero que en mi desautorizada opinión no merece la estatuilla. Así de simple. Nos quedan 4.
En este punto, y como consecuencia de la obligatoria naturaleza del descarte, no me queda más que sacar de mi lista a “Django Unchained”. ¡Lo siento, Tarantino! Aún cuando disfruté sobremanera de esta película “fuera de lote”, creo que la Academia no la premiará. No creo que esté preparada para hacerlo. Nos quedan 3. Mis 3 finalistas.
Cualquiera de estas 3 películas podría ganar, pero reglas son reglas, así que aquí comparto con ustedes mi orden final en este comprometedor proceso de descarte. Saquemos ahora a “Life of Pi”.
“Life of Pi” fue, junto con “Silver Linings Playbook”, la película que más me gustó en esta competencia que regula la Academia. Si en mis manos estuviera el voto, se lo daría a ella. Sería mi gran ganadora. Pero como sólo tengo voz y no voto, y como mi única intención es tratar de adelantarme un poco a lo que sucederá el 24 de febrero, se me hace indefectible descartarla. Ojalá me equivoque…
Quedan 2: “Los Miserables” y “Lincoln.”
En este punto final, pienso que las dos tienen las mismas posibilidades. Dos grandes producciones con méritos, aciertos, memorabilidad, alma, historia, arte y gloria. Sin embargo, para cerrar este doloroso proceso de descarte, me atrevería a sacar a “Los Miserables” y, así, dejar como la gran ganadora de la noche a “Lincoln”.
“Lincoln”, en mi opinión, es una gema que todo lo tiene para ser reconocida como “La Mejor”. Digámoslo de forma clara y contundente, sin pelos en la lengua. “Lincoln” es una película fotografiada por Janus Kaminski, tal vez el mejor Director de Fotografía de todos los tiempos. Pero es, además, una producción dirigida por Steven Spielberg, quizás el Director más importante de la industria. Una película protagonizada por los dos veces ganadores del Óscar (Daniel Day Lewis y Sally Field), sin contar con la brillante actuación del ya inmortal Tommy Lee Jones. Una cinta que, como si todo lo anterior fuese poco, cuenta con la música del más grande: John Williams. Pero, lo más importante de todo, una película que llega, una película que toca y una película que se queda. Así de grande…
Esta fue, en resumen, mi más riesgosa predicción y, a fin de cuentas, mi opinión acerca de “Lincoln”, mi gran candidata para el Óscar. Dentro de 10 días exactos, después de la media noche, sabremos cuán equivocado (o acertado) estaba.
Por ahora, seguiré pendiente de ver qué sucede con estos estudiantes encadenados a la puerta de nuestra oficina que han decidido hoy, 14 de febrero del 2013, día de los enamorados, posponer la celebración del amor propio para celebrar el amor por su patria.
Pronto sabremos el final de estas dos historias…
¡Nos vemos mañana o, tal vez, el próximo 24 de febrero en la noche!

miércoles, 13 de febrero de 2013

Los Miserables


Sin duda alguna, esta nueva versión de “Los Miserables”, dirigida por Tom Hooper, es una gran pieza cinematográfica y musical. Y lo dice alguien que nunca ha sido amante de los musicales. Muy por el contrario: me aburren y me dan ganas de dormir.
Sin embargo, debo confesar que en esta ocasión sentí un profundo y honesto placer al ver una historia que contiene ingredientes contundentes y poderosos para esta entrega 85 de los premios Óscar.
El más evidente, desde mi humilde punto de vista: el Diseño de Producción. Para quienes no están familiarizados con el término de P.D. (Production Designer), les cuento que se trata de la persona encargada o responsable del “look” o la apariencia estética general de una pieza audiovisual.
De la mano del Director y del Director de Fotografía, el P.D. se encarga de guiar al equipo de vestuario, maquillaje, estilismo, efectos especiales, locaciones y demás para crear o generar una apariencia estética unificada y coherente en la historia. Esto, que se dice tan fácil, lo logra de manera indiscutible Dan Hennah, el P.D. de “Les Miserables”.
Este año, sin embargo, pienso que la competencia en esta categoría estará bastante reñida ya que las otras cuatro películas nominadas cuentan con Diseños de Producción sencillamente extraordinarios: Anna Karenina (Fantástico, verdaderamente remarcable), The Hobbit (Imponente), Lincoln (Preciso) y Life of Pi (Hermoso). Entre los tres primeros, de acuerdo a mi opinión, estará el ganador.
El segundo gran ingrediente de “Los Miserables”, a mi juicio, es el encuentro de dos grandes y memorables actuaciones: la de Hugh Jackman, (en el papel de Jean Valjean) y la de Anne Hathaway (como Fantine). El primero (Hugh Jackman), la tendrá complicada este año porque pienso que el premio ya pertenece a Joaquin Phoenix en su impresionante papel de un jorobado y esquizofrénico vagabundo llamado Freddie Quell (en “Masters”). Sin embargo, Hugh Jackman es un verdadero consentido de Hollywood, lo cual podría colocar la balanza a su favor.
Anna Hathaway, por su parte, pienso que ya tiene el Óscar en sus manos, no sólo porque su participación en “Los Miserables” es fabulosa; sino, además, porque tres de sus contrincantes (Amy Adams, Sally Field y Jacki Weaver) muestran, desde mi perspectiva, méritos insuficientes para estar allí. Tres papeles, sencillamente, poco notorios. La última del grupo, Helen Hunt, aunque podría ser su más cercana contendora luego de ese emotivo y honesto papel como “ayudante sexual” en “The Sessions”, creo que no le llega este año a la niña sorpresa del cine estadounidense. En este sentido, no tengo duda de que “Los Miserables” se llevará el Óscar a Mejor Actriz de Reparto.
Finalmente, hablar de “Los Miserables” es hablar del impecable trabajo musical que nos lleva a la compleja Francia del siglo XIX para sumergirnos en su más cruda realidad. Bárbaro. Contagioso. Emotivo. Memorable. Perfecto. Un trabajo musical nominado a Mejor Canción (Suddenly) y a Mejor Mezcla de Sonido. Para la primera categoría, se habla mucho de Adele (por su canción Skyfall). Para la segunda, sin embargo, “Los Miserables” será un fuerte candidato.

domingo, 3 de febrero de 2013

"Beasts of the Southern Wild" - Una historia triste que, muy pronto, habré olvidado.


Seré breve esta vez.
Y lo haré, básicamente, porque no quiero extenderme acerca de esta historia triste y oscura que ahonda en la pobreza y que, para ser sincero, no aportó mucho a mi vida. Un par de excelentes actuaciones. Un contexto de pobreza extrema que nunca dejará de asombrar. Una metáfora interesante entre unas bestias y una sociedad. Y un brillante trabajo de edición y montaje. Hasta ahí…
No se trata de que la considere una mala película. Para nada. Muy lejos de ello, creo que “Beasts of the Southern Wild” es una excelente pieza audiovisual, con muchos aciertos y aportes estéticos y conceptuales. Pero es una historia que pega muy duro y que, sencillamente, no dejó en mí más que desilusión y abatimiento.
Para ser honesto, me cuesta mucho explicar (inclusive a mí mismo) el por qué de este rechazo natural hacia “Bestias del Sur Salvaje”, como fue traducida esta cinta al español. Sin embargo, haré mi mejor esfuerzo para transmitir la razón principal por la cual esta producción me dejó allí, estancado, con un sabor amargo en la piel.
Mi respuesta comienza con una indefectible pregunta:
¿Para qué demonios vamos al cine?
En lo personal, si tuviera que responder a esa pregunta, diría que lo hago para disfrutar historias únicas. Y allí está, precisamente, mi punto de tranca con esta película: nunca llegué a disfrutarla. Por el contrario, la padecí. Más bien sufrí con esta historia de ausencias, de insalubridad, de sociedades marginadas, de subdesarrollo, de peligros, de desolación, de hambruna, de limitaciones y, al final, de “aprendizajes” forzados y ásperos.
Algo parecido me sucedió con “La Pasión de Cristo”, una película que sufrí de principio a fin y que, sencillamente, no volvería a ver más nunca en mi vida porque no cumple con el objetivo principal de ir al cine que, en mi caso, repito, es disfrutar historias únicas.
Sin embargo, sería una tontería de mi parte obviar los grandes aciertos de esta producción cinematográfica nominada en cuatro categorías a los premios de La Academia: Mejor Película, Mejor Actriz Principal (Quvenzhané Wallis), Mejor Director (Benh Zeitlin) y Mejor Guión Adaptado.
Lo primero: dos excelentes actuaciones. La de un hombre terco, trastornado y de temperamento agresivo (Dwight Henry) y la de su hija (Hushpuppy), una niña de seis años de edad, que no entiende muy bien el por qué su madre los abandonó y por qué vive una vida de pobreza extrema en los márgenes externos de un gran dique. Esta niña (quien en la vida real aún no cumple los 10 años de edad), se da el lujo de estar nominada a Mejor Actriz Principal en esta entrega 85 de los Óscar.
Lo segundo: un ambiente de pobreza extrema que sorprende y que llama la atención. Casi toda la historia está recreada en un pequeño poblado rural, a las afueras de una ciudad, en la cual se construyó un gran dique con el fin de combatir las inundaciones producto de las tormentas y del deshielo polar. En este extraño y precario lugar, que no cuenta con las condiciones mínimas para vivir, se desarrolla la película. Y para nosotros se hace sumamente interesante observar una realidad que en muchos lugares del mundo, increíblemente, representa una muy dura realidad.
Lo tercero: una gran metáfora que hace el director entre esta sociedad que vive como “bestias”, y unas bestias enormes, congeladas desde la prehistoria, simbólicas, y repletas de significados, que amenazan durante toda la trama y, al final, aparecen frente a la pequeña Hushpuppy para rendirse a sus pies. Podríamos pasar horas analizando este elemento que, considero, es el mayor acierto de toda la historia. En resumen, una hermosa analogía entre el pasado que fuimos y el futuro que podemos llegar a ser.
Por último: una edición fabulosa, la cual considero será el único premio que se lleve esta cinta. Una película que, como dije al inicio, me dejó un muy amargo sabor a desilusión y abatimiento.
En resumen, y para cerrar estas líneas, “Beasts of the Southern Wild” resultó, para mí, una historia triste (aunque con grandes aciertos cinematográficos), que muy pronto habré olvidado.

sábado, 2 de febrero de 2013

"Django Desencadenado" - Tarantino en su más depurada y obscena expresión


“Django Desencadenado” es, para decirlo de forma simple y concreta, Tarantino en su más depurada y obscena expresión. Cínica. Desenfadada. Escandalosa. Desinhibida. Genial. Es, en resumen, una historia repleta de personalidad cinematográfica en la que su director hace, sencillamente, lo que le da la gana.
Esta, sin duda, es la mejor forma que encuentro para resumir lo que significó para mí esta gran película vanguardista, con clara esencia de Comic, que nos traslada a 1858, un poco antes de la Guerra Civil de los Estados Unidos, para contarnos la historia de Django, un personaje único y profundamente complejo.
Como he escrito en otras oportunidades, pienso que el buen cine, ese que se queda en la memoria y en el alma de la gente, es aquel que se desborda de personalidad, que cuenta historias extrañas, fascinantes, diferentes y, sobre todo, que nos presenta ficciones memorables. Todo esto, sin duda, podemos vivirlo y sentirlo en “Django Desencadenado”.
Estamos hablando de lo que yo llamaría una película “redonda”. Una producción que cuenta con un elenco de lujo (Jamie Foxx, Leonardo Di Caprio, Christoph Waltz y Samuel L. Jackson), con excelentes interpretaciones, con un guión muy original, con una fotografía de gran nivel, con una musicalización de esas que marcan la diferencia y, además, con una colorida personalidad cinematográfica: la de Quentin Tarantino.
Así, “Django Desencadenado” obtuvo cinco nominaciones para la octogésima quinta entrega de los premios Óscar: Mejor Película, Mejor Actuación de Reparto (Christoph Waltz), Mejor Guión Original, Mejor Edición de Sonido y Mejor Fotografía.
De estas cinco nominaciones, pienso que la más vulnerable es la de Mejor Fotografía, no porque no haya logrado un trabajo impecable fotográficamente hablando, sino porque “Life of Pi” y “Lincoln” la superan de forma evidente. Esto sin contar con Anna Karenina y Skyfall, las cuales aún no he visto.
De resto, esta historia se dará el lujo de contar, para este próximo 24 de febrero, con cuatro grandes posibilidades de obtener los premios más importantes del mundo del cine.
En principio, Christoph Waltz  podría perfectamente llevarse el Óscar a Mejor Actor de Reparto luego de regalarnos una brillante interpretación de este “cazarecompensas” que se cruza en el camino de un esclavo llamado “Django” a quien decide dar la oportunidad, no sólo de ser libre; sino, además, de recuperar al amor de su vida.
Christoph Waltz, sin embargo, no la tendrá nada fácil, pues compite en lo que, a mi parecer, será una de las categorías más reñidas de este año. Sus rivales (nada más y nada menos): Alan Arkin, Robert De Niro, Philip Seymour Hoffman y Tommy Lee Jones.
Por otro lado, “Django Desencadenado” podría ganarse el Mejor Guión Original, con esta historia sorprendente, aunque tendrá que medirse con guiones impecables como, por ejemplo, el de la obra maestra austríaca “Amour”.
También podría llevarse el Óscar a Mejor Edición de Sonido, sobre lo cual debo destacar el recurso magistral que utiliza Tarantino al cortar (o interrumpir) las canciones de forma inesperada, en momentos no tradicionales, dejándonos en tensión cuando menos lo imaginamos).
Igualmente, sobresale el efecto de sonido de la sangre en las escenas finales. Uno siente que la sangre, aunque parezca imposible, suena diferente al agua, o al café. Hasta eso logra Tarantino quien, además, llega a musicalizar la cinta con un Rap, burlándose de todos nosotros, como diciéndonos: “No importa que estén viendo una historia del siglo XIX, yo quiero poner un rap, que es la música que me conecta con la raza negra, y listo”. De nuevo, Tarantino hace lo que le da la gana. Y, lo peor del caso: lo hace fabulosamente bien.
Finalmente, la historia de este “hombre desencadenado” tiene todos los elementos para llevarse el premio a Mejor Película del año, aunque la verdad no creo que suceda. Y no es que no lo crea porque no lo merezca, sino porque al menos dos de sus contrincantes se perfilan de forma contundente para llevarse ese Óscar.
Algo que me sorprendió sobremanera, luego de haber visto esta gran producción, es que Tarantino no haya entrado en el grupo de los cinco “mejores” directores del 2012. Están Spielberg, Haneke, Zeitlin, Lee y Russel. Pero Tarantino no está. Pienso que este año La Academia, de forma inmerecida, se lo saltó.
En “Django Desencadenado” resaltan todo tipo de pinceladas Tarantianas. Mencionaré tan sólo cinco de ellas, para defender mi respaldo a este director loco que ha parido el cine. Huellas digitales de su autoría que imprimen un sello indiscutible y comprueban su paso por el set.
1. Los “zoom in” y “zoom back”, por ejemplo, (provenientes del Comic) que le dan carácter y personalidad a la pieza.
2. La tipografía roja y gruesa, repleta de informalidad, que utiliza desde los créditos iniciales, pasando por los anuncios a mitad de película y hasta llegar a los créditos finales.
3. Los personajes. Diferentes. Caricaturescos. Hiperbólicos. Rayando siempre en lo inverosímil, pero dándose el lujo de no llegar a serlos del todo, jamás.
4. Las escenas sangrientas (a pesar de que ya todos estamos prevenidos y esperándolas, porque sabemos bien quién es Quentin Tarantino). El rojo intenso nos hace recordar a Pulp Fiction, y a Kill Bill. Llegamos al punto de “deleitarnos” en un plano detalle donde unas flores impecablemente blancas se manchan de sangre luego de un disparo certero.
5. El tratamiento psicológico que desarrolla Tarantino con sus personajes, quienes “cumplen” un papel dentro del papel mismo que están cumpliendo como actores en la historia.
Tarantino, en este sentido, plantea una suerte de Metaficción, o Metateoría, parecida a la que alguna vez nos regaló Leonardo DiCaprio en “Catch me if you can” donde, a medida que transcurría la película, él iba cambiando su papel dentro del papel que cumplía de ser actor de una película. Un círculo infinito. Una “Banda de Moebius”.
Este, sin lugar a dudas, es otro gran acierto de Tarantino en “Django Desencadenado”, donde se da un juego más allá del juego (o metajuego) entre el histrionismo de los personajes y el histrionismo de los actores.
Django era Django (un esclavo declarado libre), pero también era un esclavista jugando al papel de indolente para fingir frente a los blancos y así pasar “desapercibido”. De hecho, su compañero le dice “Creo que te has metido demasiado en tu personaje”, lo cual habla de una metateoría evidente y casi maquiavélica.
Es tanto lo que Django se involucra con su personaje que, aún pudiéndolo evitar, permite que cinco perros devoren a un negro esclavo que bien pudo haber sido él. Igualmente sucede con el “cazarecompensas” quien, a pesar de ser un insensible mercenario, juega al papel de querer comprar un luchador sólo para rescatar a una mujer negra.
En palabras llanas, y siendo muy honesto con lo que pienso, Tarantino es un sádico del cine que logra lo que muy pocos han logrado: ir siempre un poco más allá de nosotros. Pero, además, y por encima de todas las cosas, Tarantino logra desligar la vida del arte y el arte de la vida.
Esto me hace recordar a tres grandes escritores que expresaron en la literatura lo que Tarantino lleva a la gran pantalla: el desligar la vida del arte y el arte de la vida. Todorov dijo alguna vez: “La mierda escrita no hiede”. Porque nunca será lo mismo lo que vemos en nuestra realidad que aquello que imaginamos en la realidad del arte.
Por su parte, Óscar Wilde, escribió alguna vez: “Los textos no son morales, ni inmorales. Están bien o mal escritos”. Porque de eso se trata el arte: de formas… formas que pueden o no ser hermosas, y esa hermosura es medible por ser humanos imperfectos y cambiantes.
Finalmente, el Marqués de Sade lo demostró en toda su literatura erótica, rechazando que lo culparan de inmoral por aquello que sólo era tinta en un papel. Estuvo preso por recrear historias diferentes, inéditas, escandalosas, pero que sólo pertenecían al espacio del arte…
En lo particular, considero que esta película es una joya moderna. La recomiendo ampliamente. Quentin Tarantino juega con nosotros durante dos horas y cuarenta minutos, para dejarnos al final con una extraña sensación de satisfacción y placer.
Tanto es así que, antes de despedirnos, él mismo se viste de personaje e interpreta un papel en la historia. Pero, ¿qué hace Tarantino ahí, actuando en su propia película? Muy sencillo. Además de llevar a los esclavos en su carruaje, él lleva la historia en sus manos y con ella, en pocas palabras, nos lleva a nosotros también, por los caminos que mejor le parece, haciendo literalmente lo que le da la gana con nosotros.
Ahora bien, antes de cerrar estas líneas, se me antoja una última pregunta: ¿Qué demonios representa Django? ¿Qué nos trata de mostrar este Tarantino todopoderoso al presentarnos la vida de este negro en tiempos de esclavitud, que un buen día recibe la libertad y, con ella, el ímpetu y la valentía para cambiar la historia de los hombres? ¿El poder “negro” en un mundo cambiante? ¿La reivindicación de una raza menospreciada y vulnerada por siglos? ¿La libertad? ¿La emancipación?
No lo creo. La verdad, intuyo que se trata de algo mucho más sencillo y mundano. Tal vez, simplemente, Tarantino sólo quiso jugar con nosotros un rato y, así, la película no es más que una expresión lúdica de un genio, muchas veces incomprendido, del cine norteamericano. Tal vez esta película no se trate sino, tan sólo, de un Tarantino en su más depurada y obscena expresión.

miércoles, 30 de enero de 2013

“Zero Dark Thirty” - La noche más oscura.


Cada vez que me enfrento a una nueva película me veo en la espontánea e indefectible obligación de  relacionarla con otras historias de su mismo género que he visto con anterioridad y que, de una u otra forma, han influido en mi manera de entender el cine.
Este es el caso de “Zero Dark Thirty”. Una película que figura en este 2013 con cinco nominaciones al Óscar: Mejor Película, Mejor Actriz Principal, Mejor Guión Original, Mejor Edición y Mejor Edición de Sonido.
Una película que, muy a pesar de sus cinco nominaciones, y para ser muy honesto desde el propio inicio de estas líneas, se me antoja insuficiente y desmerecida para estar en el “cuadro de honor” de la industria del cine de los Estados Unidos. Una historia que, en lo particular, no considero que esté a la altura de sus contrincantes.
No se trata de que la película no me haya gustado. Para nada. Muy lejos de ello, la recibí como una historia interesante, que nos atrapa por ratos y nos sumerge en el “secreto” mundo de la investigación y la persecución de los terroristas y criminales más buscados del planeta.
Sin embargo, no puedo pensar en esta película sin recordar inmediatamente “The Hurt Locker”,  la ganadora del Óscar en el año 2008. Apenas terminé de ver “Zero Dark Thirty” decidí buscar en Internet para confirmar lo que ya temía. Era un hecho: ambas películas fueron escritas por Mark Boal y dirigidas por Kathryn Bigelow. Eran, desde mi humilde punto de vista, exactas en estructura narrativa, en ritmo y en alma.
En aquel entonces, Kathryn Bigelow nos presenta, con una dirección lenta y hasta tediosa, la historia de un “desarmador” de bombas en pleno conflicto bélico en Kuwait. Cuatro años más tarde, esta misma cineasta regresa y nos muestra la historia de una mujer que, en pleno conflicto bélico del Medio oriente, decide entregarle su vida a la búsqueda de Osama Bin Laden. Mejora en ritmo. Pero su estilo no se pierde, y vamos tratando de seguirla hasta que nos muestra lo que ya sabíamos que sucedería: el hallazgo del mayor terrorista de todos los tiempos.
En ambas películas prevalece la perspectiva de la mujer en la guerra. Y creo que eso fue, precisamente, lo que en el año 2008 premió la Academia. Sin embargo, considero que el cine es mucho más que eso.
Los premios, como el Óscar, deben ser dirigidos a quienes deciden cambiar estructuras, marcar pautas y dejar huellas. Y en el 2008 estas tres premisas fueron alcanzadas con creces por una gran película llamada “Avatar”. Una obra maestra que, desde mi arbitrario y antojado punto de vista, marcó un giro en la historia del cine.
Ese año, sin embargo, y sorpresivamente, el Óscar a mejor película fue otorgado a “The Hurt Locker”. No me pregunten el por qué. Aún hoy no lo entiendo, ni lo comparto. Y, precisamente, eso es lo que más me preocupa cuando veo que la misma directora de entonces, de la mano del mismo escritor, decide sacar una película con una temática muy parecida a la del 2008. Temo que este 24 de febrero, en la octogésima quinta entrega de los premios Óscar, y por esas extrañas razones que nunca entenderé, pase lo mismo.
Sin embargo, tengo fe en que esto no sucederá. Muy por el contrario, la Academia premiará, este 2013, la fantasía de una gran película como “Life of Pi”, o la meticulosidad histórica y artística de una película como “Lincoln”. Faltan apenas 25 días para saberlo. Ya lo veremos…
Otro tema llamativo que debo comentar en estas líneas, sobre todo para nosotros, los venezolanos, es el papel realizado por Édgar Ramírez en “Zero Dark Thrity”. Por un lado, resulta emocionante verlo aparecer en la historia justo cuando esta comienza a tornarse más interesante. Sin embargo, su papel “desaparece” y uno siente que tal vez ha debido estar allí hasta el propio final. Estoy seguro de que los venezolanos llegamos a “extrañarlo” desde su última intervención y hasta el último momento de la historia.
Pero su compañera, la nominada a Mejor Actriz, Jessica Chastain, sí aparece desde el inicio y hasta el final. Y, para ser completamente honesto, me sorprende sobremanera que haya sido nominada entre las cinco mejores del cine.
Ya a Jessica la conocíamos y la recordábamos con cariño desde de su tremenda actuación en “The Help”, una gran película en la cual nos ofrece una maravillosa representación de un personaje espontáneo, sin prejuicios, alocado y bondadoso, quien le da una oportunidad a una de las mujeres “de color” de la historia.  Para ese momento, Jéssica fue bien nominada como Mejor Actriz de Reparto.
Ahora, sin embargo, es nominada a Mejor Actriz Principal cuando, desde mi muy humilde punto de vista, considero que su personaje no cumple con esa “magia” que nos dejan en la memoria las actuaciones históricas reconocidas por el Óscar.
Jessica, en su papel de “Maya”, nos ofrece como gran “atractivo” la visión femenina dentro de un proceso bélico generalmente manejado por hombres. Hasta ahí. No creo que su papel nos haya dado mucho más que eso. Pienso que durante las dos horas de cinta, sólo son memorables tres momentos en su actuación. Primero: cuando desafía al jefe en un pasillo. Segundo: cuando dice una “grosería” durante una reunión del alto mando. Y, tercero: cuando nos regala su única lágrima, ya en la escena final de la Película.  Tres momentos buenos, pero (con todo respeto) jamás merecedores del Óscar a mejor actriz.
Habría tan sólo que cerrar los ojos y comparar esta actuación con la de Helen Mirren, por ejemplo, en su papel de La Reina en el 2006. O, para ser más justo, recordar a Julia Roberts en su papel de Erin Brokovich, mostrando el papel de una mujer en un mundo de hombres, en el 2000. O evocar a Natali Portman (Black Swan), a Kate Winslet (The Reader) o, por supuesto, a la gran Merryl Streep en cualquiera de sus tantas nominaciones.
Pero no sólo me hizo falta una mejor actuación protagónica en esta cinta. Me hizo falta también sentirme sorprendido, impactado, movido. La película es predecible en casi todos sus episodios. Basta tan solo con pensar en el momento en el que la compañera de Maya deja pasar a una de las posibles “pistas” en un viejo carro, aún en contra de las normas de seguridad. Todos sabíamos que el carro iba a explotar. Era obvio que allí había una bomba. Sin embargo, al parecer, los únicos que no lo pensaron fueron los 8 infortunados que murieron luego de la explosión.
Creo que el tema de la captura de Osama Bin Laden es de suficiente importancia para la Academia del cine de los Estados Unidos como para que esta historia sea tomada en cuenta. No lo critico. Pero, de allí, a que tenga un chance real, cinematográficamente hablando, lo dudo. Deja mucho que desear el tan solo suponer que esta película vaya a ser honrada como la más fecunda producción audiovisual de todo el año. No puedo siquiera imaginar que se repita la tortura que viví en el año 2008 cuando una película similar a esta, en casi todas sus características, se llevó (por encima de Avatar y de otras grandes historias), el premio Óscar a Mejor Película del año.
“Zero Dark Thirty”, finalmente, fue traducida al español como “La Noche más oscura”. En mi humilde opinión, y para dejarlo hasta aquí, sólo será “La noche más oscura” si llegara a repetirse el criterio utilizado en el 2008.
Sólo espero no tener que usar la frase que se dice cuando algo huele mal, cuando algo parece sospechoso: “Alguien aquí se está acostando con alguien”… De todo corazón, espero que este próximo 24 no sea “La Noche más Oscura” sino, por el contrario, una noche clara, donde triunfe el bien y donde celebremos por todo lo alto la opción maravillosa de premiar el logro de los mejores del cine.

lunes, 28 de enero de 2013

“Silver Linings Playbook” - El lado bueno de las cosas…


De esto, precisamente, se trata el Cine. De historias que nos mueven la vida. De historias que nos atrapan de forma desmesurada. De historias únicas e inusuales que no estamos acostumbrados a ver o a vivir en la realidad y que, justamente por ello, nos envuelven de principio a fin, dejándonos atrapados para siempre.
Pero, también, creo que el cine se trata de generar emociones intensas e impostergables, de esas que nos quitan el aliento y nos suben, y nos bajan, como en una montaña rusa.
Así, exactamente, es “Silver Linings Playbook” (El lado bueno de las cosas). Una película que nos hace reconciliarnos con el cine, con la Academia, con el amor y con la vida toda, en cada uno de sus sentidos.
“Silver Linings Playbook” cuenta la historia de Pat Solitano (interpretada por Bradley Cooper), quien sufre un tipo de bipolaridad no diagnosticada, gracias a la cual su vida se convierte en un desastre.
Su esposa lo ha traicionado con un profesor de historia al cual, Pat, luego de capturarlos “in fraganti”, le proporciona una violenta paliza que lo hace culpable de serios cargos judiciales, y lo obliga a acudir a una terapia psiquiátrica, y a ocho meses de rehabilitación.
Su papá (interpretado por Robert De Niro) es un supersticioso impulsivo, con notables problemas de ludopatía, que trata de ayudar a su hijo, muy a su manera.
Su hermano, se nos muestra como un abogado exitoso (como la “oveja blanca” de la familia). El perfecto. El incómodo punto de comparación que nadie quiere tener.
En este ambiente repleto de complejos “perfiles” psicológicos aparece un personaje que termina de cerrar el círculo de esta historia imposible de olvidar. Se trata de la hermana de la esposa de uno de sus mejores amigos de Pat. Su nombre: Tíffany (interpretada por Jennifer Lawrence).
Desde el propio primer plano en el cual la conocemos, Tíffany se nos presenta como una mujer joven y bella, arisca, desafiante y ligeramente trastornada, la cual confiesa ser así como consecuencia de la muerte de su esposo.
Esta “viuda moderna” capta la atención de Pat desde el primer segundo y ya, en adelante, es sólo cuestión de tiempo para hilar y construir una historia perfecta en actuaciones y situaciones inolvidables.
“Silver Linings Playbook” es una película cuyos fuertes son, si duda, el guión (sólido y extraordinario) y las actuaciones (groseras en veracidad y generación de empatía).
Esto hace que la cinta cuente en este 2013 con 8 nominaciones al Óscar: Mejor Película. Mejor Actor Principal. Mejor Actriz Principal. Mejor Actor de Reparto. Mejor Actriz de Reparto. Mejor Director. Mejor Edición. Y Mejor Guión Adaptado.
Debo confesar que si algo me cautivó sobremanera en esta cinta (lo cual por cierto extrañé en las nominaciones que recibió la película), fue el impecable y más que apropiado trabajo musical de la pieza.
Muy al estilo de “Juno” o de “Little Miss Sunshine” las selecciones musicales son, a mi parecer, joyas que alimentan la historia, con inflexiones sonoras en los momentos precisos. En todos. Incluyendo el abrazo final, que introduce los créditos de la película. Para mí, personalmente, la música le aporta un porcentaje determinante a esta gran pieza, razón por la cual me extraña que no haya estado nominada en ninguna de las categorías relacionadas a la música.
Sin embargo, pienso que la Academia del Cine cuenta este año con una extraordinaria película que podría llevarse varias estatuillas, entre las cuales están 3 de las 4 actuaciones nominadas.
Por un lado, Bradley Cooper, en su brillante papel de este loco y casi esquizofrénico protagonista que está obsesionado con la idea de rehacer su vida y así reivindicarse frente a la mujer de sus sueños (la misma que lo engañó con un profesor de historia en su propia casa). Un personaje fabuloso, que siempre dice lo que piensa, sin filtros, sin máscaras, porque el sentido común lo ha dejado a un lado para ser poco común y, de esta forma, más humano que nunca.
Por otra parte, Jennifer Lawrence, en su papel de esta loca y desinhibida viuda joven que parece haber entendido, con tan solo una mirada, que así como el amor se fue un día, también pudo haber llegado de vuelta. Una extrovertida y sensual mujer que pinta sus uñas de negro y que ha decidido regalar su cuerpo al primer postor porque el valor que alguna vez tuvo su piel ya carece de sentido. Una chica que desborda sus palabras de sinceridad, gritando lo que ya no puede callar. Y, al final, una soberbia actriz que nos sorprende con cada libreto, con cada parlamento, con cada participación y nos obsequia una impecable actuación repleta de carácter y temperamento.
En tercer lugar, la excelente participación de Robert de Niro, quien podría llevarse la estatuilla a Mejor Actor de Reparto en su papel del padre de Patrick, un viejo supersticioso, locazo también, capaz de apostar una fortuna ante una corazonada. Y no conforme con esto, aún luego de haber perdido, es capaz de duplicar la apuesta ante una corazonada aún menos racional.
En cuarto y último lugar, considero que Jacki Weaver (nominada a Mejor Actriz de Reparto en su papel de la madre de Pat), lo hizo muy bien. Una gran actuación. Sin embargo, creo que su papel no da, bajo ninguna circunstancia, lo suficiente como para llevarse el Óscar en esta oportunidad.
Al final, esta historia de amor entre dos personajes ligeramente tocados de la cabeza me hizo recordar algo hermoso que ya, en alguna ocasión, me enseñó la vida: y es que la única forma posible de limpiar el corazón es la distancia, la verdadera distancia, aquella de acuerdo a la cual decides alejarte para siempre de quien alguna vez estuviste atado en lo profundo.
Pat, por una orden judicial, tenía terminantemente prohibido acercarse a su ex-esposa, gracias a lo cual, luego de un profundo trabajo de distanciamiento y sanación, dejó abierta una puerta. Muchas veces debemos alejarnos para no sufrir, para curar heridas y, sobre todo, para seguir adelante…
Por último, debo confesar que haber visto el baile de Pat y Tíff estrujó mis sentimientos de una forma poco habitual. Ese momento mágico, cumbre, en el cual todo puede pasar, sumado a la música, a las actuaciones, a la historia, a la edición, a la dirección, hacen de “Silver Linings Playbook” una pieza maravillosa de esas que quedan allí amarradas en la memoria. Una película que, entre tantas otras cosas, me enseñó que las victorias en esta vida dependen de uno mismo, y no de aquello que los demás esperan que consigamos, o logremos. El triunfo, la felicidad, dependen única y exclusivamente de aquello que nosotros decidamos en lo más profundo de nosotros mismos.
Gran historia. Grandes actuaciones. ¡Gran película!

jueves, 24 de enero de 2013

“Life of Pi” - Un viaje triple hacia la magia eterna del cine.


Desde el primer segundo de la película, y hasta el propio final, en el minuto 119, “Life of Pi” narra un viaje. De hecho, en el último diálogo de la película comprendemos que se trata, no de uno, sino de dos viajes. Sin embargo, en lo personal, no creo que se trate ni de uno, ni de dos, sino de tres fascinantes viajes.
El primero, el de un joven de origen indio y el de un tigre de Bengala sobre un pequeño bote, mar abierto, buscando salvar sus vidas luego de un naufragio. El segundo, el viaje de un cocinero, un marinero y una madre. El tercero, y el más emocionante de todos, un viaje metafórico por los grandes momentos de la historia del cine.
En realidad, los dos primeros viajes los podrán ver, de forma natural, a lo largo de la película. Y, créanme, los disfrutarán enormemente. Porque se trata de una historia fantástica, de esas que llenan el alma y alimentan la imaginación para seguir soñando en positivo.
Sin embargo, hoy he venido a hablarles acerca del tercer viaje, una travesía interna a la cual nos expone Ang Lee al hacernos mirar dentro de nosotros mismos para hurgar en nuestro pasado y disfrutar la grandeza de nuestros propios recuerdos.
Dicho de otra forma, y desde mi muy humilde punto de vista, ver “Life of Pi” es pensar, inmediatamente, en gran parte de las mejores películas de la historia del cine.
Por ejemplo, es inevitable sentir que todo el hilo conductor de la película está conceptualizado de la misma forma como Robert Zemeckis lo hizo en Forest Gump. Un protagonista, fungiendo como estructura narrativa, cuenta de forma retrospectiva los momentos más resaltantes (buenos y malos) de su viaje. Con humildad. Con un dejo de nostalgia. Pero siempre con optimismo. Fue mágico sentir que en “Life of Pi” la locución pudo haber sido realizada, perfectamente, por Tom Hanks.
De la misma forma, se hace indefectible pensar en muchas otras películas e historias que se cruzan con esta nueva joya del cine moderno.
Titanic, por ejemplo, con sus pasillos inundados y la desesperación de quien vive un naufragio histórico, perdiendo a sus seres más amados.
El arca de Noé, por supuesto, porque ¿qué otra cosa puede evocar un gran barco que atraviesa el océano, en pleno diluvio, repleto de todas las especies animales conocidas en el planeta?
El Náufrago. Ávatar. Moby Dick. Big Fish. La Historia Sin Fin. Cada una de ellas con momentos claves que las representan y las hacen servir de puente para cruzar a una nueva conquista cinematográfica. La de Pi. La de Richard Parker. La de un joven indio y un tigre que, a fin de cuentas no son otra cosa que un espejo. Y ahí, precisamente, está la clave de la película.
El momento más hermoso de “Life of Pi” sucede cuando, al final, Pi le dice al periodista que lo visita: “Te conté dos historias. En las dos se hunde el barco el barco. En las dos pierdo a toda mi familia. Y en las dos sufro. ¿Cuál historia prefieres?”. De esto, precisamente, se trata esta película. De elegir cual historia de vida preferimos tener.
“Life of Pi” tiene 11 nominaciones al Óscar (la segunda más nominada después de “Lincoln”, que tiene 12). Once nominaciones de las cuales, por cierto, ninguna tiene que ver con actuación, lo cual es muy sorprendente. Esto da cuenta clara de que hay otros elementos en la historia, en la narración, en la fotografía, en el montaje, en la música, en los efectos visuales y en la dirección que destacan abiertamente y en los cuales debemos fijarnos para ahondar en el deleite. En ese placer puro y efímero que nos regala este arte que amamos.
Si en mis manos estuviese la opción de nominar esta película, “Life of Pi” en algún rubro, lo haría como Mejor Película Evocadora de Recuerdos. Porque así lo hizo. Porque así lo hace. Porque ver “Life of Pi” es recordar la magia de otras cientos de películas maravillosas con las cuales hemos crecido, llorado, reído y sufrido. Porque “Life of Pi” es, en pocas palabras, embarcarnos en un viaje triple hacia la magia eterna del cine.

lunes, 21 de enero de 2013

"Amour", una cachetada a la verdad.


Decidí comenzar mi viaje de este año, rumbo a la entrega 85 del Óscar, por una película que llamó poderosamente mi atención a causa de una sutileza de esas que me hacen amar el cine.
A pesar de ser una cinta extranjera, (y estar nominada este año en dicha categoría) esta historia es también una de las nueve nominadas a Mejor Película del año. Algo grande. Algo admirable. Algo digno de ser resaltado, especialmente pensando en todo lo que esto significa para una industria como la del cine norteamericano.
Esta hazaña, de hecho, ha sido alcanzada por muy pocas películas. Entre ellas, las más recientes, La Vida es Bella, El tigre y el Dragón y Cartas desde Iwo Jima, Pero, basta con imaginar la cantidad de intereses y dinero que mueve el cine de los Estados Unidos para comprender el mérito que representa estar nominada a Mejor Película del Año aún sin ser una película creada por la industria del cine de los Estados Unidos.
Para que se hagan una ligera idea de lo que les estoy hablando piensen que para el  2008 (hace ya casi 5 años) la industria del entretenimiento en los Estados Unidos generó unos beneficios de 726.000 millones de dólares, de los cuales gran parte provino de la Industria del cine.
Ahora bien, imaginen que en una industria de esta magnitud aparece una modesta película, filmada casi en su totalidad en un pequeño y desgastado apartamento de París, con un recatadísimo elenco principal de dos protagonistas y unos cuatro personajes secundarios y que, con una historia desprovista de efectos especiales, o grandes atractivos tecnológicos o sexuales, se cuela dentro de los nominados a Mejor Película del año en la octogésima quinta entrega de los premios Óscar. Una proeza que, la verdad, se dice muy fácil.
Pero no se trata de una proeza inesperada y, mucho menos, de un golpe de suerte. Estamos hablando, de acuerdo a mi humilde punto de vista, de una película de autor que rescata la esencia mágica del cine que no es otra que contar historias de formas únicas e inolvidables. Y esto, sin duda, lo logra “Amour”.
Para quienes no han tenido la oportunidad de verla, se trata es una película dirigida por el austríaco Michael Heneke, que cuenta la historia de un par de ancianos (Georges y Anne), profesores jubilados de música,  quienes ya, al final de sus vidas, viven una última y definitiva prueba.
Ella, durante una tarde cualquiera, sufre un ataque inesperado, luego del cual la mitad de su cuerpo queda totalmente paralizada.
Desde ese momento comienzan a activarse los mecanismos humanos a través de los cuales nos ponemos a prueba no sólo ante los demás sino, sobre todo, ante nosotros mismos. Ambos comienzan un camino que ya no tendrá marcha atrás.
De forma muchas veces anacrónica, y alternando los tiempos narrativos, vamos viviendo junto a los protagonistas los distintos momentos de sus últimos días de vida.
Anne comienza a exteriorizar la amargura, la rabia, la desesperación y la vergüenza de quien se transforma en alguien (o en “algo”) completamente diferente de lo que fue. Georges inicia un camino hacia el desgaste, la incomprensión y el desespero que culmina en el límite más cercano de lo que conocemos como “absurdo”.
Ambos, de la mano del director austríaco, nos colocan como espectadores, a padecer en carne viva el proceso de deterioro de Anne a través de largos planos secuencia y de un ritmo narrativo que, de alguna forma, nos hacen experimentar la velocidad que adquieren las personas mayores en su día a día: lento, repetitivo, desesperante.
La película llega a resultar desoladora, triste y la historia se nos vuelve lamentable, árida, fúnebre.
Sin embargo, se nos hace imposible quitar la mirada de la pantalla. Las razones: infinitas. Una fotografía impecable. Un humor casi sádico. Una acción que prácticamente flota en cámara lenta frente a nosotros y nos obliga, muy a pesar del ritmo atípico al que nos expone, a estar siempre enfocados, atentos, alertas, esperando la caída, o el golpe…
Entonces, Heneke nos sorprende con acciones humanas casi impensables, pero reales al fin. Nos impresionamos. No vemos afectados. Y no dejamos de pensar ni un segundo qué será de nuestras vidas cuando nos llegue el momento de la verdad, cuando ya la vida se esté despidiendo de nosotros.
En cuatro palabras: una joya del cine.
Siendo honesto, intuyo que para las nuevas generaciones “Amour” debe resultar una película lenta, gris, casi inentendible. Sin embargo, hoy me atrevo a asegurar que para los jóvenes debe también constituir un reto, una forma de comenzar a ver la vida de otra manera.
Para mí, en lo personal, representó una pieza compuesta por momentos únicos en el cine, de esos con los que se construye la historia de este arte que amamos. Significó, también planos memorables, actuaciones que erizan la piel, que marcan, y una historia feroz que estoy seguro será difícil de olvidar.
Pero, sobre todas las cosas, “Amour” significó para mí desvestir la verdad de la vida y dejarla allí, frágil, al aire libre… Representó una manera contundente de quitarnos la máscara que nos cuesta aceptar que tenemos para entender frente a qué estamos parados. Amour, para mí, fue casi una revelación. Un desnudo. Una cachetada a la verdad.

A 32 días de la mejor noche del año…


Falta poco más de un mes. 32 días, para ser más exacto. Un mes y un día, tan solo, para que, quienes amamos profundamente esas historias que nos regala el cine, podamos disfrutar de la mejor noche del año. La noche más esperada. La noche que más disfruto de entre todas las 365 del calendario.
Una noche que, por cierto, nada tiene que ver con placeres físicos, sino más bien con aquel tipo de encanto o de gozo que llena el alma, que alimenta el intelecto y que nos inunda de arte.
A un mes de la octogésima quinta entrega de los premios Óscar (los más importantes dentro de la compleja y multimillonaria industria del Cine de los Estados Unidos) comienzo este recorrido por la historia del séptimo arte y, más específicamente, por las historias contemporáneas de aquellas películas que han llegado a nuestras vidas para, generalmente, quedarse en algún lugar. Perdidas, muchas veces. Atascadas. Aferradas. Ancladas. Y, otras, sencillamente, tatuadas para siempre.
Este año son nueve las cintas nominadas a “Mejor Película”. Las hay para todos los gustos. Desde la historia de un par de octogenarios que debe aprender a manejar sus últimos años de vida y su “Amour”, pasando por historias de conflictos diplomáticos en Irán, huracanes, esclavos, aventuras, presidentes, trastornos bipolares, hasta llegar a la persecución de quien fuera el terrorista más despiadado de la historia de la humanidad.
De todas estas, sólo una película será enaltecida como el mejor testimonio cinematográfico y artístico del año 2012. Y nosotros, cotufas en mano, estaremos allí, frente a nuestros televisores, para presenciarlo, en vivo y directo. Para degustarlo. Para atesorarlo en la memoria…
Decidí abrir este blog para compartir con ustedes mis impresiones sobre cada unas de las películas que forman parte de esta carrera hacia la octogésima quinta entrega de los premios más importantes del cine. Al menos esa fue la excusa…
Pero también será, indefectiblemente, un espacio a través del cual podremos volver a aquellos temas que nos provoque evocar o analizar para seguir nadando en estas aguas cambiantes y muchas veces saladas del mundo del cine. Estadísticas, records, curiosidades, datos, historias y todo aquello que nos lleve a vivir o a revivir esa magia que sólo podremos palpar a través de la gran pantalla.
Esta historia apenas comienza…
¿Estás preparado?