miércoles, 30 de enero de 2013

“Zero Dark Thirty” - La noche más oscura.


Cada vez que me enfrento a una nueva película me veo en la espontánea e indefectible obligación de  relacionarla con otras historias de su mismo género que he visto con anterioridad y que, de una u otra forma, han influido en mi manera de entender el cine.
Este es el caso de “Zero Dark Thirty”. Una película que figura en este 2013 con cinco nominaciones al Óscar: Mejor Película, Mejor Actriz Principal, Mejor Guión Original, Mejor Edición y Mejor Edición de Sonido.
Una película que, muy a pesar de sus cinco nominaciones, y para ser muy honesto desde el propio inicio de estas líneas, se me antoja insuficiente y desmerecida para estar en el “cuadro de honor” de la industria del cine de los Estados Unidos. Una historia que, en lo particular, no considero que esté a la altura de sus contrincantes.
No se trata de que la película no me haya gustado. Para nada. Muy lejos de ello, la recibí como una historia interesante, que nos atrapa por ratos y nos sumerge en el “secreto” mundo de la investigación y la persecución de los terroristas y criminales más buscados del planeta.
Sin embargo, no puedo pensar en esta película sin recordar inmediatamente “The Hurt Locker”,  la ganadora del Óscar en el año 2008. Apenas terminé de ver “Zero Dark Thirty” decidí buscar en Internet para confirmar lo que ya temía. Era un hecho: ambas películas fueron escritas por Mark Boal y dirigidas por Kathryn Bigelow. Eran, desde mi humilde punto de vista, exactas en estructura narrativa, en ritmo y en alma.
En aquel entonces, Kathryn Bigelow nos presenta, con una dirección lenta y hasta tediosa, la historia de un “desarmador” de bombas en pleno conflicto bélico en Kuwait. Cuatro años más tarde, esta misma cineasta regresa y nos muestra la historia de una mujer que, en pleno conflicto bélico del Medio oriente, decide entregarle su vida a la búsqueda de Osama Bin Laden. Mejora en ritmo. Pero su estilo no se pierde, y vamos tratando de seguirla hasta que nos muestra lo que ya sabíamos que sucedería: el hallazgo del mayor terrorista de todos los tiempos.
En ambas películas prevalece la perspectiva de la mujer en la guerra. Y creo que eso fue, precisamente, lo que en el año 2008 premió la Academia. Sin embargo, considero que el cine es mucho más que eso.
Los premios, como el Óscar, deben ser dirigidos a quienes deciden cambiar estructuras, marcar pautas y dejar huellas. Y en el 2008 estas tres premisas fueron alcanzadas con creces por una gran película llamada “Avatar”. Una obra maestra que, desde mi arbitrario y antojado punto de vista, marcó un giro en la historia del cine.
Ese año, sin embargo, y sorpresivamente, el Óscar a mejor película fue otorgado a “The Hurt Locker”. No me pregunten el por qué. Aún hoy no lo entiendo, ni lo comparto. Y, precisamente, eso es lo que más me preocupa cuando veo que la misma directora de entonces, de la mano del mismo escritor, decide sacar una película con una temática muy parecida a la del 2008. Temo que este 24 de febrero, en la octogésima quinta entrega de los premios Óscar, y por esas extrañas razones que nunca entenderé, pase lo mismo.
Sin embargo, tengo fe en que esto no sucederá. Muy por el contrario, la Academia premiará, este 2013, la fantasía de una gran película como “Life of Pi”, o la meticulosidad histórica y artística de una película como “Lincoln”. Faltan apenas 25 días para saberlo. Ya lo veremos…
Otro tema llamativo que debo comentar en estas líneas, sobre todo para nosotros, los venezolanos, es el papel realizado por Édgar Ramírez en “Zero Dark Thrity”. Por un lado, resulta emocionante verlo aparecer en la historia justo cuando esta comienza a tornarse más interesante. Sin embargo, su papel “desaparece” y uno siente que tal vez ha debido estar allí hasta el propio final. Estoy seguro de que los venezolanos llegamos a “extrañarlo” desde su última intervención y hasta el último momento de la historia.
Pero su compañera, la nominada a Mejor Actriz, Jessica Chastain, sí aparece desde el inicio y hasta el final. Y, para ser completamente honesto, me sorprende sobremanera que haya sido nominada entre las cinco mejores del cine.
Ya a Jessica la conocíamos y la recordábamos con cariño desde de su tremenda actuación en “The Help”, una gran película en la cual nos ofrece una maravillosa representación de un personaje espontáneo, sin prejuicios, alocado y bondadoso, quien le da una oportunidad a una de las mujeres “de color” de la historia.  Para ese momento, Jéssica fue bien nominada como Mejor Actriz de Reparto.
Ahora, sin embargo, es nominada a Mejor Actriz Principal cuando, desde mi muy humilde punto de vista, considero que su personaje no cumple con esa “magia” que nos dejan en la memoria las actuaciones históricas reconocidas por el Óscar.
Jessica, en su papel de “Maya”, nos ofrece como gran “atractivo” la visión femenina dentro de un proceso bélico generalmente manejado por hombres. Hasta ahí. No creo que su papel nos haya dado mucho más que eso. Pienso que durante las dos horas de cinta, sólo son memorables tres momentos en su actuación. Primero: cuando desafía al jefe en un pasillo. Segundo: cuando dice una “grosería” durante una reunión del alto mando. Y, tercero: cuando nos regala su única lágrima, ya en la escena final de la Película.  Tres momentos buenos, pero (con todo respeto) jamás merecedores del Óscar a mejor actriz.
Habría tan sólo que cerrar los ojos y comparar esta actuación con la de Helen Mirren, por ejemplo, en su papel de La Reina en el 2006. O, para ser más justo, recordar a Julia Roberts en su papel de Erin Brokovich, mostrando el papel de una mujer en un mundo de hombres, en el 2000. O evocar a Natali Portman (Black Swan), a Kate Winslet (The Reader) o, por supuesto, a la gran Merryl Streep en cualquiera de sus tantas nominaciones.
Pero no sólo me hizo falta una mejor actuación protagónica en esta cinta. Me hizo falta también sentirme sorprendido, impactado, movido. La película es predecible en casi todos sus episodios. Basta tan solo con pensar en el momento en el que la compañera de Maya deja pasar a una de las posibles “pistas” en un viejo carro, aún en contra de las normas de seguridad. Todos sabíamos que el carro iba a explotar. Era obvio que allí había una bomba. Sin embargo, al parecer, los únicos que no lo pensaron fueron los 8 infortunados que murieron luego de la explosión.
Creo que el tema de la captura de Osama Bin Laden es de suficiente importancia para la Academia del cine de los Estados Unidos como para que esta historia sea tomada en cuenta. No lo critico. Pero, de allí, a que tenga un chance real, cinematográficamente hablando, lo dudo. Deja mucho que desear el tan solo suponer que esta película vaya a ser honrada como la más fecunda producción audiovisual de todo el año. No puedo siquiera imaginar que se repita la tortura que viví en el año 2008 cuando una película similar a esta, en casi todas sus características, se llevó (por encima de Avatar y de otras grandes historias), el premio Óscar a Mejor Película del año.
“Zero Dark Thirty”, finalmente, fue traducida al español como “La Noche más oscura”. En mi humilde opinión, y para dejarlo hasta aquí, sólo será “La noche más oscura” si llegara a repetirse el criterio utilizado en el 2008.
Sólo espero no tener que usar la frase que se dice cuando algo huele mal, cuando algo parece sospechoso: “Alguien aquí se está acostando con alguien”… De todo corazón, espero que este próximo 24 no sea “La Noche más Oscura” sino, por el contrario, una noche clara, donde triunfe el bien y donde celebremos por todo lo alto la opción maravillosa de premiar el logro de los mejores del cine.

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