Cada vez que me enfrento a una nueva película me veo en la espontánea
e indefectible obligación de
relacionarla con otras historias de su mismo género que he visto con
anterioridad y que, de una u otra forma, han influido en mi manera de entender
el cine.
Este es el caso de “Zero Dark Thirty”. Una película que figura en este
2013 con cinco nominaciones al Óscar: Mejor Película, Mejor Actriz Principal,
Mejor Guión Original, Mejor Edición y Mejor Edición de Sonido.
Una película que, muy a pesar de sus cinco nominaciones, y para ser
muy honesto desde el propio inicio de estas líneas, se me antoja insuficiente y
desmerecida para estar en el “cuadro de honor” de la industria del cine de los
Estados Unidos. Una historia que, en lo particular, no considero que esté a la
altura de sus contrincantes.
No se trata de que la película no me haya gustado. Para nada. Muy
lejos de ello, la recibí como una historia interesante, que nos atrapa por
ratos y nos sumerge en el “secreto” mundo de la investigación y la persecución
de los terroristas y criminales más buscados del planeta.
Sin embargo, no puedo pensar en esta película sin recordar
inmediatamente “The Hurt Locker”,
la ganadora del Óscar en el año 2008. Apenas terminé de ver “Zero Dark
Thirty” decidí buscar en Internet para confirmar lo que ya temía. Era un hecho:
ambas películas fueron escritas por Mark Boal y dirigidas por Kathryn Bigelow.
Eran, desde mi humilde punto de vista, exactas en estructura narrativa, en
ritmo y en alma.
En aquel entonces, Kathryn Bigelow nos presenta, con una dirección
lenta y hasta tediosa, la historia de un “desarmador” de bombas en pleno
conflicto bélico en Kuwait. Cuatro años más tarde, esta misma cineasta regresa
y nos muestra la historia de una mujer que, en pleno conflicto bélico del Medio
oriente, decide entregarle su vida a la búsqueda de Osama Bin Laden. Mejora en
ritmo. Pero su estilo no se pierde, y vamos tratando de seguirla hasta que nos
muestra lo que ya sabíamos que sucedería: el hallazgo del mayor terrorista de
todos los tiempos.
En ambas películas prevalece la perspectiva de la mujer en la guerra.
Y creo que eso fue, precisamente, lo que en el año 2008 premió la Academia. Sin
embargo, considero que el cine es mucho más que eso.
Los premios, como el Óscar, deben ser dirigidos a quienes deciden cambiar
estructuras, marcar pautas y dejar huellas. Y en el 2008 estas tres premisas
fueron alcanzadas con creces por una gran película llamada “Avatar”. Una obra
maestra que, desde mi arbitrario y antojado punto de vista, marcó un giro en la
historia del cine.
Ese año, sin embargo, y sorpresivamente, el Óscar a mejor película fue
otorgado a “The Hurt Locker”. No me pregunten el por qué. Aún hoy no lo
entiendo, ni lo comparto. Y, precisamente, eso es lo que más me preocupa cuando
veo que la misma directora de entonces, de la mano del mismo escritor, decide
sacar una película con una temática muy parecida a la del 2008. Temo que este
24 de febrero, en la octogésima quinta entrega de los premios Óscar, y por esas
extrañas razones que nunca entenderé, pase lo mismo.
Sin embargo, tengo fe en que esto no sucederá. Muy por el contrario,
la Academia premiará, este 2013, la fantasía de una gran película como “Life of
Pi”, o la meticulosidad histórica y artística de una película como “Lincoln”. Faltan
apenas 25 días para saberlo. Ya lo veremos…
Otro tema llamativo que debo comentar en estas líneas, sobre todo para
nosotros, los venezolanos, es el papel realizado por Édgar Ramírez en “Zero
Dark Thrity”. Por un lado, resulta emocionante verlo aparecer en la historia justo
cuando esta comienza a tornarse más interesante. Sin embargo, su papel
“desaparece” y uno siente que tal vez ha debido estar allí hasta el propio
final. Estoy seguro de que los venezolanos llegamos a “extrañarlo” desde su última
intervención y hasta el último momento de la historia.
Pero su compañera, la nominada a Mejor Actriz, Jessica Chastain, sí
aparece desde el inicio y hasta el final. Y, para ser completamente honesto, me
sorprende sobremanera que haya sido nominada entre las cinco mejores del cine.
Ya a Jessica la conocíamos y la recordábamos con cariño desde de su
tremenda actuación en “The Help”, una gran película en la cual nos ofrece una
maravillosa representación de un personaje espontáneo, sin prejuicios, alocado
y bondadoso, quien le da una oportunidad a una de las mujeres “de color” de la
historia. Para ese momento,
Jéssica fue bien nominada como Mejor Actriz de Reparto.
Ahora, sin embargo, es nominada a Mejor Actriz Principal cuando, desde
mi muy humilde punto de vista, considero que su personaje no cumple con esa
“magia” que nos dejan en la memoria las actuaciones históricas reconocidas por
el Óscar.
Jessica, en su papel de “Maya”, nos ofrece como gran “atractivo” la
visión femenina dentro de un proceso bélico generalmente manejado por hombres.
Hasta ahí. No creo que su papel nos haya dado mucho más que eso. Pienso que
durante las dos horas de cinta, sólo son memorables tres momentos en su
actuación. Primero: cuando desafía al jefe en un pasillo. Segundo: cuando dice
una “grosería” durante una reunión del alto mando. Y, tercero: cuando nos
regala su única lágrima, ya en la escena final de la Película. Tres momentos buenos, pero (con todo
respeto) jamás merecedores del Óscar a mejor actriz.
Habría tan sólo que cerrar los ojos y comparar esta actuación con la
de Helen Mirren, por ejemplo, en su papel de La Reina en el 2006. O, para ser
más justo, recordar a Julia Roberts en su papel de Erin Brokovich, mostrando el
papel de una mujer en un mundo de hombres, en el 2000. O evocar a Natali
Portman (Black Swan), a Kate Winslet (The Reader) o, por supuesto, a la gran
Merryl Streep en cualquiera de sus tantas nominaciones.
Pero no sólo me hizo falta una mejor actuación protagónica en esta
cinta. Me hizo falta también sentirme sorprendido, impactado, movido. La
película es predecible en casi todos sus episodios. Basta tan solo con pensar
en el momento en el que la compañera de Maya deja pasar a una de las posibles
“pistas” en un viejo carro, aún en contra de las normas de seguridad. Todos
sabíamos que el carro iba a explotar. Era obvio que allí había una bomba. Sin
embargo, al parecer, los únicos que no lo pensaron fueron los 8 infortunados que
murieron luego de la explosión.
Creo que el tema de la captura de Osama Bin Laden es de suficiente
importancia para la Academia del cine de los Estados Unidos como para que esta
historia sea tomada en cuenta. No lo critico. Pero, de allí, a que tenga un chance
real, cinematográficamente hablando, lo dudo. Deja mucho que desear el tan solo
suponer que esta película vaya a ser honrada como la más fecunda producción
audiovisual de todo el año. No puedo siquiera imaginar que se repita la tortura
que viví en el año 2008 cuando una película similar a esta, en casi todas sus
características, se llevó (por encima de Avatar y de otras grandes historias),
el premio Óscar a Mejor Película del año.
“Zero Dark Thirty”, finalmente, fue traducida al español como “La
Noche más oscura”. En mi humilde opinión, y para dejarlo hasta aquí, sólo será
“La noche más oscura” si llegara a repetirse el criterio utilizado en el 2008.
Sólo espero no tener que usar la frase que se dice cuando algo huele
mal, cuando algo parece sospechoso: “Alguien aquí se está acostando con
alguien”… De todo corazón, espero que este próximo 24 no sea “La Noche más
Oscura” sino, por el contrario, una noche clara, donde triunfe el bien y donde
celebremos por todo lo alto la opción maravillosa de premiar el logro de los
mejores del cine.
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